Tras los ágapes veraniegos, regados de cervezas y suculentos aperitivos, pretendemos perder esos kilos magros con los que hemos incrementado nuestro cuerpo serrano. Y sabemos que la solución pasa por hacer dieta y ejercicio. En primer lugar, cabe recordar que los milagros no existen y para que un régimen funcione, deberán combinar alimentación y deporte. Existen las dietas hipocalóricas, con las que perder más peso, pero cualquier plan para adelgazar debería terminar con una 'fase de mantenimiento', que mantener como estilo de vida para siempre. Ya saben, nada de bollería industrial, fritos o comida rápida. Lo ideal es siempre perder peso bajo supervisión profesional.

En ocasiones, sucede que empezamos a hacer ejercicio y vemos que la báscula en vez de bajar de peso, empieza a subir. Aunque parezca contradictorio, es algo totalmente normal, especialmente las primeras semanas de comenzar a hacer deporte. Esto ocurre porque el organismo descubre que le faltan recursos para llevar a cabo la actividad física y se adapta creando más tejidos como el muscular y almacenando energía como el glucógeno. El aumento de proteínas retiene agua y aumenta la masa muscular. Si los ejercicios son aeróbicos, el volumen de sangre puede aumentar. Todos estos factores provocan un estancamiento, o incluso aumento del peso, pero el volumen corporal puede verse reducido. No es incompatible.

También existe la posibilidad de que hagamos dieta y ejercicio, y una vez llegados a un peso, no consigamos adelgazar más. Eso significa que hemos llegado a nuestro peso predefinido. Nuestro cuerpo tiende a mantener un peso determinado, fijado por el hipotálamo, el centro de control del sistema endocrino en el cerebro.

Todos tenemos ese amigo que come como una lima y no engorda mientras que otros que cuidan su dieta y hacen ejercicio, no adelgazan lo esperado. No solo es cuestión de la relación de calorías que se ingieren con las que se queman, aquí entran en juego otros factores externos como la genética, las hormonas o los neurotransmisores. También influye el tipo de dieta y de actividad física que se realice. Está claro que los factores genéticos no se pueden cambiar, pero en el resto de circunstancias pueden hacer modificaciones para mejorarlos hábitos y aprender a controlar su peso conociendo cómo funciona su metabolismo."A partir de los 40 años el metabolismo basal comienza a ralentizarse

Las mujeres adelgazan más lentamente que los hombres debido a que su metabolismo es más pausado por las hormonas y tienden a retener más líquido. Por su parte, los hombres producen más enzimas en el tracto digestivo lo que se traduce en una mayor pérdida de peso. Cuando nos referimos a un metabolismo lento o rápido, hablamos de la velocidad con la que nuestro cuerpo transforma los nutrientes de la comida en energía. El metabolismo basal de cada uno es la energía que el cuerpo consume diariamente para funcionar sin actividades físicas extra. Algunas personas, al tener un metabolismo rápido, queman más calorías de las que consumen con su propio metabolismo basal.

Pero los hábitos de consumo pueden ayudarnos a acelerarlo, aunque también hay que tener en cuenta que a partir de los 40 años comienza a ralentizarse.

El control del peso, por otra parte, no es sólo un tema estético. La Fundación Española del Corazón ofrece una serie de recomendaciones para reducir el riesgo de sufrir una enfermedad cardiovascular y entre ellas destaca la conveniencia de mantener una alimentación cardiosaludable (frutas, verduras, hortalizas, pescado, aceite de oliva, carnes magras, etc.) combinada con la práctica sostenida de ejercicio físico (al menos media hora diaria). Además, no fumar, controlar el peso y los niveles de colesterol y glucosa, vigilarla grasa acumulada en el abdomen y la tensión arterial, y controlar el estrés y la ansiedad.