El sexo es uno de los aspectos más importantes para la vida de cualquier persona, hasta el punto que nos acompaña en la mayor parte de nuestra existencia. Aunque hubo épocas pasadas en las que erróneamente se identificaba la actividad sexual como algo propio de la juventud, hoy en día está ya plenamente asumido que el sexo nos acompaña constantemente como un reflejo de nuestro pulso vital. Sin embargo, la forma como la sexualidad influye en nosotros cambia según el momento de nuestra vida en el que nos encontremos. De esta manera, cuando nosotros cambiamos también lo hace la forma en la que nos relacionamos con el sexo.

Resulta difícil y arriesgado intentar encajar las etapas de nuestra vida sexual en un patrón fijo, como si todos pasáramos por las mismas circunstancias. En realidad, el abanico de experiencias que puede vivir cualquier persona es múltiple y variado. Sin embargo, vamos a intentar exponer las etapas sexuales que suelen ser comunes en la mayoría de ciudadanos en función de cuál sea su edad.

INFANCIA

Aunque muchos consideran este periodo como asexuado, lo cierto es que en esta etapa la sexualidad ya juega un papel importante. Así, desde pequeños los niños quieren descubrir las diferencias físicas entre los sexos. Se explora el propio cuerpo y se siente una gran curiosidad por saber cómo es el de los demás. Ya desde muy pequeños a los niños les gusta mirar (voyerismo) y mostrarse en público (exhibicionismo), se inician los primeros juegos sexuales, aunque sean de carácter tan inocente como jugar a médicos y enfermeras.

También durante la infancia es habitual que en muchos niños se despierte un interés que les lleve a realizar actividades auto exploratorias y auto estimulatorias. Es frecuente que se toquen los genitales por curiosidad y porque, al hacerlo, experimentan placer. A medida que se van haciendo mayores, estas conductas sexuales se hacen menos espontáneas y pasan más desapercibidas para los mayores, aunque eso no implica que no estén presentes. Esto es así porque en esta fase aparecen las primeras prohibiciones relativas a lo corporal, por lo que la sexualidad se vive de forma menos evidente.

ADOLESCENCIA

En esta etapa las hormonas provocan un auténtico despertar sexual. Todo lo relacionado con el sexo cobra una gran importancia, hasta el punto que llega a centrar la mayor parte de los pensamientos y de las conversaciones con los amigos. Es en la adolescencia cuando la libido se dispara, aunque cada joven vive este proceso de una forma distinta y a su ritmo. Las diferencias también son evidentes en función de si son chicos o chicas.

En una primera fase, la masturbación se convierte en la principal actividad sexual de los adolescentes, algo que les sirve para conocer mejor su propio cuerpo y para liberar tensiones. Posteriormente, mientras algunos de estos adolescentes se lo toman con calma y se detienen en las etapas previas al coito, otros se saltan muchos de los pasos previos y descubren directamente las relaciones sexuales.

En esta etapa son muchos los que siente una auténtica obsesión por perder la virginidad. Para estos, tener relaciones sexuales equivale a quitarse un peso de encima. Ello puede provocar que se llegue al coito sin que esta circunstancia sea un acto libre, maduro y responsable. Otra característica del sexo en esta etapa es que los jóvenes no tienen el suficiente grado de madurez para valorar las consecuencias de sus actos, tanto por ejemplo desde el punto de vista de embarazos no deseados o enfermedades de transmisión sexual como al impacto emocional de sus acciones. En esta etapa, el descubrimiento del sexo puede ser una enorme fuente de placer y satisfacción, pero también de conflictos.

JUVENTUD

Entramos en la fase de plenitud sexual, una etapa en la que para muchos el sexo se vive o se intenta vivir de forma desenfrenada. En ocasiones, hasta de manera inconsciente. El deseo es alto y se intenta satisfacerlo de forma impulsiva e inmediata, sobre todo en el caso de los chicos. Importa sobre todo el aspecto cuantitativo, mientras que el cualitativa queda relegado a un segundo plano. En este periodo, lo más importante es hacer el amor todas las veces que sea posible, sobre todo porque a esta edad son muchos los que creen de forma equivocada que cuando lleguen a los 60 años dejarán de tener sexo.

Antes o después, no obstante, el proceso de maduración hace que el interés de los jóvenes vaya cambiando. Por ello, es habitual que en algún momento se empiecen a interesar más por los aspectos emocionales y afectivos de una relación. Entonces, el conseguir pareja se convierte en el objetivo primordial.

Al inicio de esta etapa el desconocimiento y la inexperiencia todavía dominan las relaciones sexuales, en ocasiones porque los jóvenes todavía sienten apuro de decir a su pareja lo que realmente desean. Por otra parte, cabe señalar que en esta etapa la masturbación continúa estando muy presente.

EDAD ADULTA

La entrada en esta fase es distinta en función de cada persona. En algunos casos, la llegada del primer hijo es la que marca el pase a este nuevo periodo, en el que la sexualidad pasa a vivirse de una forma totalmente diferente. Las pasiones desenfrenadas juveniles quedan atrás y la sexualidad se vive de forma más profunda e intensa, dejando atrás pudores, vergüenzas o tabúes de épocas pasadas.

Cabe señalar, sin embargo, que también en esta etapa surgen miedos y ansiedades, fruto del progresivo declive físico propio de la edad. Algo que se puede traducir, por ejemplo, en los temidos 'gatillazos' en el caso de ellos. Y es que en el caso de los hombres, esta puede ser una fase algo confusa, sobre todo porque desde el punto de vista biológico algunas capacidades sexuales se ven algo mermadas. Los especialistas apuntan, en cambio, que las mujeres experimentan en esta etapa el mayor pico de deseo sexual. Tras años de experiencia han aprendido a disfrutar, conocen perfectamente su cuerpo, saben qué les gusta y qué no, algo que favorece su curiosidad por la sexualidad.

MADUREZ

En esta etapa se suele dar una disminución de la frecuencia de las relaciones sexuales. Sin embargo, esto ocurre no porque desaparezca el interés por el sexo o disminuya el deseo, sino más bien por el tedio, la rutina y el acomodamiento tras años con la misma pareja. De hecho, entre los 45 y los 55 años es cuando se registran más casos de infidelidad, según apuntan varios estudios. Por otra parte, estos suelen ser años dedicados a la crianza de los hijos y, por tanto, periodos de cansancio, escaso tiempo libre y cierta pereza sexual.

Además, en el caso de los hombres el progresivo declive físico puede suponer un incremento de los miedos e inseguridades. En ellas, la llegada de la menopausia no se relaciona con una pérdida del apetito sexual, aunque cada mujer vive esta etapa de una forma distinta. Así, dejar de ser fértil puede vivirse de muchas formas distintas. Para algunas significa una liberación y la posibilidad de disfrutar del sexo sin el ´miedo´ de quedarse embarazada; para otras, en cambio, puede ser un amargo recordatorio del paso inexorable del tiempo. Además, los cambios físicos que provoca la llegada de la menopausia (más kilos, retención de líquidos€) pueden hacer disminuir la autoestima.

En esta etapa, los grandes enemigos del sexo pueden ser también la llegada de algunas enfermedades como la diabetes, hipertensión, obesidad, colesterol..., que pueden causar un descenso de la libido y del rendimiento físico. También el consumo de determinados medicamentos pueden tener estos mismos efectos no deseados. Pese a ello, la experiencia acumulada durante los años provoca un mayor conocimiento del propio cuerpo, de lo que da placer y de lo que se desea. Por otra parte, al desvincular el sexo de la reproducción, la sexualidad se puede vivir de forma más libre. Algo a lo que también puede ayudar el abandono del hogar por parte de los hijos, circunstancia que devuelve de nuevo por completo el protagonismo a la pareja.

TERCERA EDAD

El sexo no se acaba a los 60 o a los 70 años, pese a que por algunos tabús y prejuicios sociales muchas personas -especialmente los más jóvenes- sigan considerándolo así todavía hoy en día. Al contrario, llegada esta edad el interés sexual se mantiene igual que en otras etapas de nuestra vida, aunque en la mayoría de personas se manifieste de forma diferente. Múltiples investigaciones y estudios han puesto de manifiesto los beneficios que la práctica sexual aporta a la salud de las personas de la tercera edad.

En esta etapa el sexo se puede vivir con la misma intensidad que en la juventud, aunque es cierto que teniendo en cuenta aspectos como el propio envejecimiento y la pérdida de facultades físicas, es probable que en esta edad la sexualidad se encamine hacia un tipo de relaciones más afectivas con las emociones, el cariño, las caricias, los besos, la compañía...

Además de las limitaciones físicas, en esta etapa de la vida surgen otros inconvenientes como la falta de pareja, la dificultad para encontrar privacidad, la presencia de enfermedades y toma de medicamentos que disminuyen las facultades sexuales€ En cualquier caso, en esta etapa, si se goza de buena salud, la sexualidad se puede vivir de forma igual de plena que en las etapas anteriores.