Las diferencias que separan al género femenino y masculino son muchas y variadas, también en cuestión de sexo. Mujeres y hombres no experimentamos el placer de la misma forma y, aunque sí es cierto que existen notables parecidos, son muchas más las diferencias. No solo en la forma en la que nos relacionamos con nuestras parejas sexuales, sino también en los mecanismos que regulan nuestra forma de sentir el placer.

No es extraño, entonces, que también los orgasmos femeninos y masculinos tengan sus propias y diferenciadas características. No tanto en la cuestión emocional, pero sí desde el punto de vista físico.

El orgasmo es la respuesta neurovegetativa producida por el organismo debido a los estímulos recibidos durante la llamada fase de excitación, una de las cinco etapas en las que se divide el ciclo sexual: deseo, excitación, meseta, orgasmo y resolución. En cada uno de estos periodos, existen diferencias entre lo que sienten y experimentan mujeres y hombres. También en el orgasmo, que se produce cuando los músculos pélvicos y genitales llegan al máximo de tensión por la cantidad de sangre acumulada en ellos y envían mensajes a la médula. El clímax es la reacción refleja provocada por esos mensajes, que debido a una reacción nerviosa causa contracciones en la envoltura de los músculos.

Ambos sexos liberan oxitocina durante el orgasmo, una hormona que hace que estas contracciones sean más acentuadas. Calor, presión y cosquilleo son algunas de las sensaciones experimentadas. Pero, ¿cuáles son las diferencias en la forma cómo mujeres y hombres experimentan un orgasmo? Aunque todavía son muchos los misterios que rodean a los resortes que nos conducen al clímax sexual, los estudios realizados hasta la fecha sí han permitido constatar algunas de las principales diferencias entre orgasmos.

El orgasmo en las mujeres

La principal diferencia entre ellos y ellas es el tiempo que tardamos en alcanzar el punto cumbre de excitación. Así, las mujeres necesitan un periodo de tiempo mucho más largo para llegar a la máxima excitación sexual, mientras que los hombres en pocos minutos pueden experimentar el orgasmo.

Una vez llegado el clímax, en el sexo femenino, las contracciones uterinas y de los músculos vaginales producidas por el placer sexual se inician a intervalos de 0,8 segundos y su número puede variar mucho, disminuyendo a posteriori de intensidad, duración y frecuencia. El orgasmo femenino, más que ser una respuesta localizada en la pelvis, es una respuesta total del organismo.

Por otra parte, en el sexo femenino la imaginación juega un papel mucho más importante que en el hombre a la hora de llegar al orgasmo. Además, en ellas el clímax puede no ser tan evidente como en el caso de los hombres, ya que mientras ellos eyaculan -aunque existen algunas excepciones-, en ellas la expulsión de fluido por vía vaginal es mucho menos visible.

En las mujeres, tras el orgasmo se produce una recuperación del estado previo a la excitación. Sin embargo, a diferencia del hombre, ellas pueden seguir experimentando varios orgasmos sucesivos si se reestimulan antes de que disminuya la tensión sexual.

El orgasmo en los hombres

En el caso de los hombres, por su parte, las contracciones son mucho más limitadas que en el caso de las mujeres -entre 3 y 10- y se reproducen a un intervalo de 8 décimas de segundo entre cada una. Esta circunstancia es la que explica que el orgasmo masculino sea mucho más corto que el femenino. De hecho, en ellos el clímax, que viven como una oleada de sensaciones placenteras, dura de media entre 4 y 8 segundos.

En el caso de los hombres, tras el orgasmo se recupera el estado previo a la excitación e, inmediatamente, se inicia el periodo refractario. Aunque existen algunas excepciones, en general ellos no pueden volver a excitarse y experimentar un orgasmo hasta pasado un tiempo.