Investigadores del Hospital St. Michael de Toronto, en Canadá, han observado que las personas que viven en rascacielos o bloques altos de viviendas tienen menos probabilidades de superar un infarto si viven más arriba del tercer piso, hasta el punto de que la supervivencia es mínima en quienes viven por encima de la planta 16.

El trabajo aparece publicado en la revista 'Canadian Medical Association Journal' (CMAJ) y los resultados muestran que cuánto más baja se encuentra la residencia del afectado mayores son sus probabilidades de sobrevivir.

"A medida que ha aumentado la altura de muchos edificios y la densidad de población de los grandes centros urbanos, es importante tener en cuenta los efectos de tardar en atender a los pacientes en caso de paro cardiaco", ha explicado Ian Drennan, autor del estudio que trabaja en el Instituto del Conocimiento Li Ka Shing de Toronto.

En el estudio se analizaron los datos de un total de 8.216 pacientes que sufrieron un paro cardiaco en su residencia privada, de los que 911 recibieron primeros auxilios y en un 3,8 por ciento lograron sobrevivir.

Mientras que de las 5.998 personas (73%) que vivían por debajo de la tercera planta la tasa de supervivencia fue del 4,2 por ciento (252 afectados), cuando se superaba esa planta apenas un 2,6 por ciento de los 1.844 logró sobrevivir al evento cardiaco (48 afectados).

Y cuando se analizaron los datos planta por planta, vieron que sólo el 0,9 por ciento de quienes vivían por encima de la planta 16 (2 de 216) lograron superar el infarto, y cuando se superaba la planta 25 ya no había supervivientes (0 de 30).

Los investigadores señalan que el uso de desfibriladores externos automáticos (DEA) fue muy bajo, y reconocen que no se centraron en medir el tiempo transcurrido entre la llamada a urgencias hasta la llegada de los profesionales sanitarios.