El papiloma plantar es un infección cutánea originada por un virus de la familia del papiloma virus y que presenta afinidad por el tejido epitelial, es decir, la piel. Los niños y las personas con un sistema inmune debilitado son sus "víctimas" más frecuentes.

Según explica Fernando Ares, podólogo y presidente de Asociación Europea de Podología Integrativa (AEPI), los papilomas se observan con mayor frecuencia en población infantil, sobre todo a partir de los 5 años de edad, en adolescentes y adultos jóvenes. "Una de las principales causas puede ser el mayor grado de exposición a superficies comunes, como piscinas o gimnasios entre los menores y los más jóvenes", aclara.

La presentación clínica de la verruga plantar o papiloma puede ser en lesión única, múltiple (con una distribución característica en satélite) y en la forma conocida como 'en mosaico', múltiples lesiones poco profundas pero con una distribución extensa en la superficie plantar del pie.

"El papiloma suele ser asintomático en las primeras fases de evolución del cuadro clínico. Sólo una exploración adecuada puede identificarlos y diagnosticarlos con seguridad", apunta Ares. Aquellas lesiones con tiempo de evolución prolongado y situadas bajo puntos de apoyo pueden provocar molestias.

"Es característico el signo del pellizco, doloroso, a diferencia de una 'callosidad' convencional", explica el podólogo. El papiloma se considera una tumoración benigna, clasificada por su riesgo oncogénico, como de tipo bajo.

Los más propensos a padecerlo son los menores, con estudios que apuntan a un 10% de niños afectados por esta infección. Los dos factores determinantes son:

Mayor exposición de la población infantil a las superficies comunes, como piscinas, probablemente por la dificultad de concienciar a los más pequeños de los riesgos de andar descalzos.

Una aparente disminución de la capacidad defensiva de los niños, "quizás por los hábitos de vida que se dan hoy en día, como alimentación y estrés", afirma Ares. Este hecho se comprueba con facilidad al hablar de la incidencia en los últimos años de infecciones víricas de vías respiratorias en población infantil.

Cuidado con...

El presidente de API advierte de las situaciones en las que existe un mayor riesgo de desarrollar esta afección, por ello hay que tener cuidado con:

El contacto frecuente con superficies comunes, ya que esta es la principal vía de contagio.

La presencia de heridas, laceraciones o grietas que faciliten una vía de entrada para gérmenes.

Los estados de estrés, disfunciones metabólicas, mala alimentación o hábitos de vida y, en general, todas aquellas situaciones que supongan un sistema inmunológico débil, como enfermedades que cursen con inmunosupresión o fármacos que la induzcan (como los antibióticos).

Tratar los papilomas con “biorregulación”

El tratamiento habitual se orienta hacia la necrosis de la lesión o lesiones verrugosas y para ello se usan medios físicos (crioterapia, electrocoagulación o el láser), químicos (ácido nítrico, salicílico, cantaridina), cirugía o métodos no convencionales aparecidos de forma reciente y que incorporan el tratamiento con acupuntura, “neurotapping” o tratamientos biológicos, como la denominada “biorregulación”.

Según explica Ares, recientemente su grupo de investigación presentó los resultados preliminares de un macroestudio con una población infantil de 594 participantes en el que se valoró la eficacia de un medicamento biorregulador. El fármaco permitía aumentar la población de unas moléculas conocidas como interferones gamma responsables de la defensa inespecífica frente a agentes víricos.

Según señala el especialista, "los resultados son excelentes y permiten pensar en un tratamiento absolutamente incruento y sin efectos secundarios que soluciona el cuadro clínico en tiempo y calidad igual, e incluso mejor, que los tratamientos que usábamos hasta ahora".

Además, Ares apunta que con este tipo de tratamientos, dado que la mayoría de los pacientes son niños, "les ahorramos el sufrimiento que supone 'quemar' la lesión".

¿Se pueden prevenir los papilomas?

La Sociedad Americana de Oncología señala que es una lesión que puede resolverse espontáneamente, en un período de dos a tres años. "Sin embargo, el riesgo de contagio es elevado, por no hablar de la posibilidad de diseminación en el propio sujeto, por lo que nuestra experiencia nos dice que el tratamiento debe ser precoz", apunta el podólogo.

Según señala el portavoz de AEPI, todo contagio puede ser prevenido o, al menos, disminuir las posibilidades de adquirir la infección. Son dos los aspectos a tener en cuenta: los hábitos higiénico-sanitarios adecuado y conseguir un equilibrio orgánico saludable. Para ello el especialista aconseja:

Mantener la barrera de la piel en buenas condiciones de hidratación, sin heridas ni posibles vías de penetración

Usar calcetines de agua, chanclas o calzado adecuado si practicamos deportes en el que el pie sufre el contacto directo con la superficie.

No acudir a instalaciones deportivas, con superficies comunes, si somos conscientes de padecer el cuadro clínico.

No hay enfermedad si previamente no hay un desequilibrio interno, señala el doctor.

"Es fundamental una buena alimentación, equilibrada, exenta de excesos de azúcares y harinas refinadas, una buena hidratación, la práctica de deporte y, por supuesto, lo más complicado en nuestra sociedad, una vida tranquila y equilibrada", concluye.