En nuestras calles se empieza a respirar Navidad. Un periodo intenso de reencuentros con amigos, allegados y familiares pero, también, unos días en los que la mesa y la gastronomía típica ocupan un lugar muy destacado. Turrones, mantecadas, peladillas, mazapanes, salsas de asados o bollería son una parte fundamental de nuestra cocina navideña y, también, la demostración de que los frutos secos son ingredientes muy presentes en estas fiestas.

Junto con las frutas son, además, la primera causa de alergia alimentaria entre los adultos y una de las importantes en la edad infantil. Este dato hace que, como doctora y especialista en alergología, las navidades para mi sean también momentos en los que, por aquello de la prevención,

debo multiplicar los consejos para mis pacientes y, si me lo permiten, hoy también para los lectores.

Los alimentos implicados en una reacción alérgica varían dependiendo de diferentes factores como la edad de aparición y la situación geográfica. La alergia a las proteínas de la leche de vaca y del huevo es la más frecuente durante la infancia. En los adultos, las más recurrentes son las relacionadas con los alimentos de origen vegetal como las frutas y los frutos secos.

También existen diferencias por países; mientras que en EE.UU. o Gran Bretaña el alimento más relacionado con la alergia es el cacahuete, en nuestro país lo es el melocotón.

Los frutos secos son un grupo de semillas provenientes de diferentes familias de plantas que se consumen desecadas. Se trata de un conjunto heterogéneo de alimentos sin relación botánica entre sí pero que, a pesar de ello, desde el punto de vista de la alergología, presentan reactividad cruzada.

Los niños suelen presentar sensibilización a un único fruto seco; en los adultos, sin embargo, es más habitual que se presenten sensibilizaciones a varios - posiblemente por la exposición progresiva a estos alimentos con la edad-.

Estar alerta a los síntomas

Los frutos secos pueden inducir reacciones alérgicas de diferente intensidad pero que, en sí mismas, pueden ser señales de aviso: picor de boca, estornudos, lagrimeo, enrojecimiento de la piel, dolor abdominal, vómitos, diarrea, cuadros de urticaria, hipotensión o sensación de ahogo, etc. Los síntomas pueden desarrollarse pocos minutos después de la ingesta del alimento o tardar algunas horas en manifestarse.

Recuerde que es importante que, cuando presente alguno de estos síntomas, visite al médico alergólogo. El especialista puede valorar a través de pruebas médicas si efectivamente padece una alergia, a que sustancia o sustancias en concreto presenta sensibilidad y que nivel de gravedad tiene su caso.

Tomemos algunas precauciones

Aunque parezca obvio, lo más importante es evitar el alimento problemático; no siempre resulta sencillo si no se internaliza un comportamiento pautado.

Es fundamental leer atentamente el etiquetado de los manufacturados. Cuando salgamos a comer a algún restaurante, deberíamos avisar siempre al personal de nuestra alergia a los frutos secos para evitar con total seguridad las salsas o platos que puedan contenerlos.

En los casos de sensibilización más grave es incluso aconsejable evitar los alimentos que, aun no conteniendo frutos secos, han estado en contacto con ellos.

Recuerde que en muchos alimentos preparados la presencia de frutos secos resulta imperceptible a la vista e incluso al gusto.

Por último, es importante, por si se produjera una transgresión involuntaria, llevar siempre encima la medicación que nuestro alergólogo nos haya indicado y, ante posibles emergencias, disponer de adrenalina auto inyectable que prevenga posibles reacciones generalizadas.

En definitiva, el alergólogo es quien puede confirmarnos nuestra alergia a los frutos secos y precisarnos concretamente a cuales.

Si su alergia ya le ha sido diagnosticada debería tomar conciencia, especialmente en fechas tan señaladas, del uso generalizado en nuestra sociedad de estos para evitar su ingesta.