Los alumbramientos complicados suelen llevar aparejados daños en el suelo pélvico que se traducen en molestias que limitan la vida normal de las mujeres, tales como incontinencias urinarias, fecales o gaseosas.

"Sí, tengo pérdidas de orina, pero no le he dado mayor importancia porque a mi madre también le pasaba". Este comentario es aún habitual en las consultas médicas cuando el facultativo inquiere a su paciente si tiene algún problema de incontinencia tras un parto, como refiere el ginecólogo Ricardo Lizarbe, del hospital de Son Llàtzer de Palma de Mallorca. Lizarbe resalta que, todavía hoy, en pleno siglo XXI, sigue siendo un tema tabú que, además, limita mucho la vida social de las mujeres.

El suelo pélvico es un sistema de músculos y ligamentos que cierran el suelo del abdomen manteniendo en posición correcta y en suspensión la vejiga, el útero y el recto en contra de la fuerza de la gravedad. El debilitamiento de estos músculos, asociado más frecuentemente a alumbramientos con complicaciones, provoca en las mujeres incontinencia, tanto urinaria como fecal o gaseosa. Y no hablamos de casos aislados sino de unos problemas que tarde o temprano acaban afectando a una de cada tres mujeres.

La patología del suelo pélvico se manifiesta básicamente con la incontinencia urinaria, fecal y gaseosa, con el prolapso (la caída o desprendimiento) de los órganos pélvicos, con un estreñimiento persistente, con disfunciones sexuales y con un dolor crónico focalizado en esta zona corporal.

Este dolor crónico en el área pélvica dificulta también las relaciones sexuales ya que provoca un intenso dolor durante la penetración a consecuencia del cual la mujer puede padecer anorgasmia (ausencia recurrente y persistente del orgasmo).

En los hombres, las incontinencias urinarias están más asociadas a problemas de la próstata o a cirugías practicadas en el suelo pélvico, diferencian los especialistas antes de dejar bien claro que esta problemática es prácticamente exclusiva de un único género, el femenino.

¿Y por qué hoy en día se le da más más relevancia a este problema presente desde siempre? "Por el incremento de las expectativas de vida de la población en general y el deseo de ésta de vivir además con una mayor calidad de vida", responde el digestólogo Álvaro Brotons.

"El embarazo, sobre todo aquellos que acaban con partos traumáticos, es el factor de riesgo más importante para los problemas de salud asociados al suelo pélvico", puntualiza el doctor Lizarbe, que añade otros como la obesidad, la hipertensión, la edad y la calidad individual de los tejidos pélvicos.

Pese a que se apresuran a matizar que el deporte realizado con cabeza y mesura siempre es bueno para la salud, los profesionales sanitarios especializados en el tratamiento de los problemas asociados al suelo pélvico apuntan que las mujeres que realizan deporte de manera profesional suelen tener más complicaciones asociadas a estos órganos.

"En general afecta más a las mujeres que practican de forma intensiva deportes en los que hay que realizar una presión abdominal más fuerte", apuntan las fisioterapeutas antes de añadir que "algunas deportistas que practican halterofilia pueden tener pérdidas urinarias al levantar las pesas".

Abdominales hipopresivos

Por esto, los ejercicios que recomiendan para subsanar esta problemática son los abdominales hipopresivos, esto es, aquellos que logran mejorar la postura y gestionar más correctamente las presiones abdominales.

No obstante, los profesionales consultados desaconsejan realizar ejercicios durante el embarazo y que la mejor prevención para estos problemas pélvicos pasan por olvidarse de los ejercicios abdominales con hiperpresión. No obstante, está demostrado que realizar ejercicios de Kegel durante la gestación contribuye a eliminar o evitar la incontinencia agravada por el peso del bebé sobre la vejiga de la gestante durante el embarazo.

En cualquier caso, los primeros episodios de incontinencia al quedar dañada esta parte del organismo pueden aparecer semanas después del alumbramiento aunque lo más habitual es que surjan a los diez años por "daños acumulados con el tiempo", apunta uno de los facultativos.

El doctor Brotons señala que sólo los casos más complejos acaban provocando pérdidas de orina o de heces. "Está claro que no se trata de complicaciones de gravedad, nada que ponga en riesgo su vida, pero sí limita la actividad social de las mujeres que las padecen", matiza. "Afectan más a nivel psicosocial", añade la enfermera de digestivo María José Rodríguez.

Y cada vez toca a mujeres más jóvenes. No es raro ver casos de incontinencias en féminas de treinta y cuarenta años. El doctor Brotons ilustra esta apreciación con un caso concreto y reciente: "La pasada semana vino a mi consulta una chica joven de 32 años de edad que había tenido un parto complicado con desgarro de grado tres, en febrero de 2011, que le había ocasionado una incontinencia de gases. Y esto le estaba ocasionando un grave problema porque trabajaba de cara al público. De la misma manera, me refirió que no salía a cenar fuera de casa si no conocía el restaurante y no tenía bien claro dónde se encontraba el servicio del local", explica el médico con un ilustrativo ejemplo lo invalidante que resulta esta patología que, por ello, no puede calificarse de banal.

Miedo a salir de casa

"Por estos problemas de incontinencia, muchas pacientes nos confiesan también que tienen que dejar de ir a clases de yoga porque cualquier postura invertida les provoca desagradables fugas", refuerzan las fisioterapeutas el cuadro de las limitaciones sociales que provocan estas patologías. "Algunas mujeres ya no se atreven ni a salir de sus casas", remachan. Las afectadas, además, también pueden presentar trastornos emocionales relacionados con la enfermedad, como ataques de pánico, estrés y depresión.

Se trata de unas complicaciones que muchas mujeres no se atreven a confesar por vergüenza pero que en un 90% de los casos tienen cura, como quiere dejar bien claro el doctor Lizarbe, que habla de varias posibles soluciones en función de la gravedad o complejidad del problema.

Así, los problemas asociados a una degeneración muscular del suelo pélvico se pueden solucionar con medidas higiénico-dietéticas, con fisioterapia y rehabilitación y con farmacología y técnicas quirúrgicas como último extremo para los casos más complejos.

Entre las medidas dietéticas los especialistas hablan de evitar los alimentos que provoquen flatulencias en los casos de incontinencia gaseosa así como evitar grandes ingestas de líquido o bebidas excitantes como el café o el té en las personas con fugas de orina. "A Font Vella le puede venir muy bien eso de que hay que beber tres litros de agua al día, pero a las pacientes que nos ocupan, no", recalca el doctor Lizarbe.

Sobre las intervenciones quirúrgicas para solucionar problemas de incontinencia urinaria, el ginecólogo habla de que el hospital de Son Llàtzer realiza cada año unas setenta operaciones centradas exclusivamente en solucionar esta problemática, aunque eleva el número a más de un centenar si el problema está asociado a otras patologías. "Y se trata de intervenciones mínimamente invasivas en las que hemos conseguido una tasa de éxito cercana al ochenta y cinco por ciento. Además, dentro de poco barajamos hacerlas con anestesia local", adelanta el facultativo.

Este paso por el quirófano está limitado a los casos más irreductibles. Cuando ha fracasado la rehabilitación y la fisioterapia o cuando se trata de pacientes con problemas de incontinencia realmente muy graves: que sufren pérdidas de orina simplemente con coger en brazos o sostener a su hijo.

Pero la rehabilitación y la fisioterapia hace milagros, como no podía ser de otra manera, sostienen las especialistas en este campo. La fisioterapeuta Catalina Catalina Armero revela que los ejercicios para fortalecer el suelo pélvico siempre se comienzan haciendo de manera individualizada para cada paciente y que, una vez que va mejorando, puede acceder a los ejercicios de mantenimiento que se hacen en grupo.

"Realizamos ejercicios de Kegel para fortalecer los músculos de la zona pélvica y mejorar la función del esfínter de la uretra y el recto. También trabajamos con la faja abdominal (ejercicios basados en la respiración y en posiciones estudiadas que incrementa la fuerza del suelo pélvico en un veinte por ciento y pueden llegar a reducir el perímetro de la cintura en un ocho por ciento) y los abdominales hipopresivos que refuerzan la musculatura de esta parte del cuerpo sin lesionar ni la espalda ni el suelo pélvico", ilustra Armero el trabajo rehabilitador que se lleva a cabo en Son Llàtzer dos o tres días por semana.

"Y cualquier paciente nota la mejoría al poco de empezar el tratamiento simplemente porque puede pasar en breve de tener que cambiarse la compresa cinco veces al día a tan solo una", se congratula Maria Company.

Y es que después de un parto estas rehabilitadoras recomiendan a todas las mujeres realizar los mencionados ejercicios hipopresivos, usar las bolas chinas con precaución y practicar deporte con moderación para evitar incómodas, molestas y vergonzosas incontinencias.