Digestiones pesadas, eczemas, acné, cólicos, gases, astenia... Hay alimentos que pueden generar estos síntomas en el organismo y saber cuáles son ayuda a eliminarlos y mejorar la calidad de vida.
Este fenómeno se conoce como intolerancia alimentaria, que no es lo mismo que alergia, ya que mientras la primera actúa de forma retardada, la segunda lo hace inmediatamente.
La intolerancia a la lactosa o a la fructosa son algunas de las más comunes, sin embargo todos somos somos susceptibles de tolerar peor algunos alimentos. Hasta hace algunos años conocer cuáles son los alimentos que nos sientan mejor y cuáles debemos evitar resultaba algo complejo, pero desde hace algún tiempo existen multitud de métodos para diagnosticar las intolerancias alimentarias.
Uno de ellos es el test Alcat, patente del Centro Inmunológico de Catalunya y que se realiza mediante un análisis de sangre.
Una vez extraída la sangre al paciente esta se analiza en Catalunya, donde el laboratorio cultiva las células sanguíneas y las pone en contacto con extractos de alimentos para determinar el grado de tolerancia.
Otro test desarrollado en nuestro país es el que ha creado Nutri10 y que lleva por nombre Nutritest. Esta prueba es muy diferente a la anterior y se realiza por frecuencias, igual que un electrocadiograma o un electroencefalograma. En este caso se conecta la máquina al dedo índice de la mano derecha y se emiten unas frecuencias que están asociadas a la carga enzimática de los alimentos. La respuesta obtenida se compara con unos estándares establecidos para determinar el grado de tolerancia a un alimento determinado.
Entre las ventajas de esta prueba destaca la rapidez de la respuesta: en unos cinco minutos el paciente obtiene el grado de tolerancia a unos 200 alimentos. Además, solo está contraindicado en las personas con marcapasos, en el resto no existe ningún efecto adverso.
Se han podido observar mejorías evidentes entre el 70 y el 90% de las personas que han suprimido los alimentos que se habían mostrado menos recomendados entre los 20 y 60 días después de haber instaurado la dieta adecuada, por lo que un test de intolerancia puede resultar una prueba muy útil si sufres problemas digestivos y no te han detectado ninguna patología o alergia.
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