El Mercedes-Benz GLC Coupé es la versión deportiva del GLC. Además de un diseño más depurado, su principal diferencia con respecto al modelo del que deriva radica en una puesta a punto más dinámica, a través de una suspensión más baja (1,5 cm) y firme que mejora su comportamiento en carretera.

Su carrocería coupé modifica las dimensiones del modelo original, siendo más largo y bajo que éste. Pero si en algo se diferencia es en la marcada caída del techo en la zona posterior, y en la redondeada y robusta imagen general de la zaga. Si bien esta característica le aporta un aspecto más deportivo, lo cierto es que penaliza las plazas posteriores, siendo más limitadas que las del GLC, sobre todo en altura y a la hora de acceder a ellas.

Pero como decimos, el que quiera espacio, más confort y capacidades off-road, ya tiene el GLC. La versión coupé ofrece en cambio un aspecto más atractivo y, sobre todo, un mejor comportamiento en carretera. La menor altura del vehículo hace que, junto a la mayor dureza de las suspensiones, se mitiguen notablemente los balanceos de la carrocería, hasta el punto de hacer olvida al conductor que se encuentra a los mandos de un todocamino.

La unidad de pruebas correspondía a la versión 220d 4MATIC, por lo que montaba un propulsor diésel de 4 cilindros con una potencia de 170 cv y nada menos que 400 Nm de par a través de un cambio de marchas automático de convertidor de par de nueve velocidades.

La tracción total 4MATIC que se monta de serie en todas las versiones del GLC Coupé no tiene una finalidad todoterreno, ya que por la menor altura de la carrocería este modelo tiene unas capacidades off-road limitadas. Su cometido es ofrecer una mayor capacidad de tracción en curva, algo que se agradece especialmente en un coche que pesa alrededor de 1.800 kilos.

La combinación de la contundencia con la que el motor entrega los 170 cv, la patada de los 400 Nm de par gestionada por el cambio 9G-Tronic, la citada tracción total y una dirección muy transmisiva y directa, hacen del GLC un coche con el que divertirse en carretera. No estamos hablando de un deportivo puro pero sí de un todocamino con un comportamiento muy dinámico que esbozará una sonrisa en la cara del conductor cuando afronte un puerto de montaña. Una capacidad dinámica que, por otro, lado no está reñida con el confort.

El GLC Coupé no deja de ser un SUV y como tal también es un coche funcional y confortable en un uso diario. Su altura y ajustadas dimensiones lo conveniente en un buen aliado para la ciudad y su facilidad de conducción y suavidad de manejo se agradecen en el día a día. Y, como no podía tratarse de otra forma siendo un Mercedes-Benz, ofrece una calidad de vida a bordo excepcional con un habitáculo en el que se emplean materiales nobles de la mejor calidad y tecnología de vanguardia destinadas al infoentretenimiento, la conectividad y la seguridad.