Ponerse al volante de un vehículo diésel suele ser una tarea poco atractiva y muy poco emocionante. O al menos así era hasta ahora, ya que la compañía japonesa Mazda ha conseguido un motor diésel que muy poco -o nada- tiene que envidiarle a los más modernos propulsores de gasolina. Y realmente esa es la sensación que sientes cuando te pones al volante del nuevo Mazda3 1.5 Diésel Skyactiv, uno de los coches más sorprendentes que hemos conducido en los últimos tiempos.

La maravillosamente tortuosa carretera del Garraf, en la provincia de Barcelona, sirvió de banco de pruebas para probar un coche que, si de algo puede presumir, es de estar bien construido de principio a fin.

Lo primero que llama tu atención cuando te sientas en él es su gran ampitud interior. La versión que pudimos probar, la SportSedan, hacía pensar al verlo desde fuera que el habitáculo interior sería algo justo, pero nada más alejado de la realidad. La posición de conducción es cómoda y los asientos eléctricos delanteros permiten que incluso una persona de casi dos metros de altura pueda conducirlo de forma cómoda y con holgura en los pedales.

Aunque es la parte trasera la que se lleva el premio al espacio ya que la disposición de los asientos y la configuración del maletero permiten que los pasajeros puedan tener las piernas más estiradas que flexionadas en una posición muy cómoda. Todo un logro.

Al arrancar, pulsando el botón de encendido -la llave se puede dejar en el bolsillo o el bolso- lo que te llama poderosamente la atención es su maravilloso silencio, que unido a la casi total ausencia de vibraciones hace que te sientas en un coche de gasolina, y no en uno diésel. Este nuevo paradigma en un motor diésel es posible gracias al sistema Natural Sound Smoother, una tecnología inventada por Mazda que reduce de forma notable tanto la sonoridad como las vibraciones del propulsor. Y realmente se nota.

Centímetros cúbicos y caballos

Tradicionalmente la correlación de cubicaje y potencia ha sido clara, pero así como ha ido evolucionando la tecnología, los motores de combustión han mejorado hasta cotas insospechadas. De esta forma es como, por ejemplo, nos encontramos con motores turbodiésel de geometría variable como el que monta este nuevo Mazda3, que con tan solo 1.500 cc. son capaces de entregar hasta 105 briosos caballos de potencia que hacen que, junto a su generoso par motor, este coche suba sin problemas las curvas más pronunciadas, incluso con marchas de relación más larga. Esto se debe en gran medida a la tecnología Skyactiv propia de Mazda, que permite tanto en los vehículos manuales como los automáticos explotar toda la potencia que cada centímetro cúbico es capaz de dar. También disponible con una motorización de 150 caballos y 2.2 l., todos los nuevos Mazda3 montan de serie sistemas de ahorro de combustible, como el de corte de ralentí iStop, que es a día de hoy uno de los más rápidos del mercado.

La conducción de este Mazda3 es suave, en las curvas se comporta con seguridad y aplomo gracias a su chasis ligero y sumamente rígido, y sus suspensiones absorven con solvencia los baches de las carreteras peor asfaltadas, convirtiendo en un auténtico placer el simple gesto de salir a conducir sin rumbo por cualquier carretera, sea cual sea el estado en el que se encuentre.

Pero si algo nos ha enloquecido de este Mazda3 es su paquete tecnológico, tan brillante como amplio: sistema de asistencia de frenada, aviso de cambio involuntario de carril, control de crucero adaptativo, control de luces automático, iluminación frontal adaptativa, sistema de actualización de Twitter o Facebook, y un largo etcétera que lo convierten en un auténtico coche de nuestra era.

¿Los peros? Tras dos días conduciéndolo y casi 350 kilómetros no los encontramos. Quizás la próxima prueba debería durar más días. O más kilómetros.