Cargar las pilas en un hotel entre viñedos salpicados de arte, un restaurante con dos estrellas Michelin, el primer spa de vinoterapia (de 1999) -ahora ampliado hasta los 1.500 m2 y con nuevos tratamientos- y una bodega centenaria de primera división es uno de los planazos del verano. A 20 kilómetros de Burdeos, es otro mundo. A la entrada de Les Sources de Caudalie (www.sources-caudalie.com), la escultura de una liebre, de Barry Flanagan -el artista se despidió de ella antes de morir-, invita paradójicamente a dejar de correr y mirar alrededor. En las viñas hay arte contemporáneo de Wnag Du, Anthony Caro o Ahn Chul Hyun, se pueden recorrer en bicicleta y en el hotel con 12 nuevas suites todo parece centenario por la madera recuperada de edificios históricos. La quintaesencia del rustic chic.

Hasta el fondo de la nueva piscina, cubierta por una estructura de madera del siglo XVIII, es una obra de arte sumergida firmada por Mathilde de l´Ecotais: una foto ampliada en 60 placas de aluminio. Un lago con cisnes, sobre el que destaca la suite L´ile aux oiseaux y una cabaña de lujo con máxima privacidad acaban de dar al conjunto una imagen bucólica que no está reñida con los nuevos tiempos. En estas tierras, y fruto del descubrimiento de los polifenoles de las pepitas de uva como activo cosmético, nació Caudalie, marca pionera en el uso del resveratrol y en sacar partido de las propiedades antioxidantes, antimanchas y antiedad de los sarmientos y la savia de vid. Los tratamientos del spa, seleccionados por la cofundadora de la firma, Mathilde Tomas, adquieren todo su sentido en este entorno.

Cena con estrellas

El hotel cuenta con tres restaurantes: Rouge, más informal, ofrece tapas, vinos, embutidos y quesos, y La Table de Lavoir es un buen bistrot. La joya es La Gran´Vigne, con dos estrellas Michelin. El chef Nicolas Masse se luce con platos de calidad excepcional, como el tartar de langostinos con pepino y jengibre. Algunas frutas y verduras y las hierbas aromáticas proceden del huerto del hotel. Y eso se nota.

En la bodega

Imposible no coger la bici para acercarse a las bodegas. El Château Smith Haut Lafitte es uno de los pocos de Burdeos que fabrica sus barriles de roble francés. Un artesano hace a mano dos o tres al día, un proceso que puede ser más complejo que la elaboración del vino. Las bodegas apuestan por la sostenibilidad y la alianza de las técnicas tradicionales de viticultura -no usan químicos, todo es orgánico- con tecnología de bioprecisión. Tiene la bodega subterránea más grande de la región, pero lo que más sorprende es la colección privada de los propietarios, Daniel y Florence Cathiard, que aparece cuando el suelo se abre como por arte de magia. Algunas pistas para acertar con las compras: la cosecha 2015 fue escasa pero de calidad excepcional y el 2011 dio muy buenos blancos. La guía Parker otorgó 100 puntos a un Smith Haut Laffitre del 2009 (256 €).