El boom de las manicuras y las lacas de uñas ha reinventado el aspecto de las manos. Ahora se atreven con todo y convierten la calle en una pasarela por la que desfilan rojos, verdes, azules, rosas y casi cualquier otro color imaginable. Cargados de matices y con los acabados metalizados y ultrabrillantes plantando cara a los más tradicionales, se llevan a juego con los labios, una opción siempre favorecedora, o combinados con los tonos verdes y azules de las sombras de ojos y los eyeliners más impactantes.

Su faceta de accesorio de moda queda clara cuando miran de reojo al bolso, el vestido o los vaqueros para hacerles un guiño de armonía en color o apostar por un contraste rompedor y calculado.

La forma y la longitud de las uñas también están atentas a las tendencias, aunque el trabajo que se realice con las manos, y su misma morfología, determinen las que resultan más prácticas y embellecedoras.

"En el siglo XVII, en el Lejano Oriente, lucir las uñas largas era símbolo de poder y riqueza, las dejaba crecer quien quería demostrar que no trabajaba; en el XIX se llevaban puntiagudas, y en el siglo XX, con la invención del esmalte, dieron rienda suelta a un color que iba por barrios: las clases populares utilizaban los más vivos, y las más acomodadas optaban por los perlados y claros", explican en Escape, un centro de Madrid, especializado en el cuidado de pies y manos con productos naturales y orgánicos.

Los rojos en los cincuenta; la manicura francesa en los setenta, las uñas cuadradas y cortas, ovaladas? Esta temporada la tendencia es lucirlas almendradas, con un acabado satinado -metalizado para las fiestas- y un largo que permita trabajar con comodidad.