La princesa Charlene, esposa de Alberto de Mónaco, parece haber propiciado la recuperación de las buenas relaciones entre el principado y la casa Dior desde que Grace Kelly selló su compromiso con el príncipe Raniero de Mónaco en 1956. Estas se habían perdido porque sus hijas, especialmente Carolina, la más activa socialmente, preferían el estilo de otras firmas de costura para su día a día y para sus noches de gala.

Esta buena sintonía quiso sellarla la reconocida casa francesa presentando en la capital monegasca su última colección, la crucero (así se denominan las que son un avance de temporada pensado para mujeres que viajen en invierno a lugares cálidos). La nueva princesa consorte ejerció de anfitriona de una gala a la que asistieron famosas, como Marion Cotillard, imagen de la casa, y Jessica Biel, entre otras, y en la que se presentaron casi 60 modelos creados por el actual diseñador de la marca, el belga Raf Simons.

Aunque el creador ha buceado en los archivos para inspirarse, es difícil alcanzar la excelencia que dio una fama mundial que aún persiste a Christian Dior, pese a que su carrera como modisto apenas se alargó una década (presentó su primera colección en 1947 y falleció justo diez años después, de un ataque al corazón, con sólo 52 años).

Fotografías y vestidos que lució Grace Kelly desde antes de convertirse en princesa de Mónaco, han visto la luz en estos días de celebración. Destaca el vestido blanco que llevó para su fiesta de compromiso con Rainiero en el Waldorf Astoria de Nueva York en 1956 y un abrigo bordado que llevaba estando embarazada de su primogénita.

Esa mutua historia de amor surgió porque el modisto, nacido en Granville (Francia) en 1905, sentía una especial debilidad por las princesas de verdad. Dicen en Dior que se debía a que su deseo "era convertir a toda mujer en una princesa".

De Grace Kelly admiraba "su elegancia natural, su gracia inigualable y el aura que la rodeaba". Para él representaba "el verdadero espíritu de Dior". El amor era correspondido, y la princesa fue fiel a la maison a lo largo de toda su vida, incluso después del fallecimiento de su fundador y alma máter.

Entre los valiosos objetos que dan prueba de ese romance, está el frasco de perfume que hicieron expresamente para ella con el escudo heráldico del principado, o una caja china del siglo XVIII que le regalaron con motivo de la edición de 1961 del baile de la Cruz Roja, que se celebra anualmente en Mónaco.

La pasión y fidelidad de la princesa, fallecida en un accidente de coche en septiembre de 1982, la motivaron a encargar la primera canastilla de su primogénita, Carolina, que hicieron expresamente para ella y que sería el origen de la línea infantil, Baby Dior, que se estrenaba en 1967 y sigue existiendo.

Después de un largo divorcio entre la firma Christian Dior y el principado de Mónaco, la ex nadadora sudafricana Charlene Lynette Wittstock, ahora princesa, ha vuelto a abrir las puertas de su armario a una de las marcas de moda más prestigiosas y selectas del mundo. De la alta costura de Christian Dior era, por ejemplo, el conjunto en rosa palo que llevó al jubileo de la reina Isabel II de Inglaterra.