Adoptar a un gato conlleva una responsabilidad muy grande y es que cuidar de un animal significa compromiso y, en ocasiones, sacrificio. Las mascotas hacen que tengamos que dar paseos tres veces al día, limpiar areneros y viajes al veterinario, entre otras preocupaciones, pero sobre todo, nos dan muchas alegrías.

En el caso de los gatos, muchas asociaciones y refugios obligan a los dueños de los gatos a castrarles como requisito para adoptar uno. Esto es debido a que los felinos, a diferencia de los perros, son más independientes y tienen más predisposición a escaparse o desaparecer durante unas horas, en las que puede tanto meterse en una pelea, como relacionarse con otros gatos. Por eso, para evitar embarazos no deseados, problemas de salud y, por supuesto, la sobrepoblación gatuna, es imprescindible llevar a cabo la cirugía.

¿Cuál es el proceso de la castración?

Esta intervención es diferente para gatos machos y hembras debido a que, en el caso de estas últimas, resulta más complejo. Las gatas pasan por una castración más invasiva, ya que se deben extraer el útero y los ovarios, atravesando varias capas de piel para llegar al abdomen. Hoy en día las cicatrices son cada vez más pequeñas, como es el caso de los gatos macho, a quienes se les extraen los testículos a través de una incisión mínima.

Lo cierto es que también existen otro tipo de cirugías de esterilización que no conlleva la extirpación de los órganos reproductores y que consisten en vasectomía o ligadura de trompas.

¿A qué edad se debe realizar la intervención?

La castración debe llevarse a cabo antes del primer celo, que es al rededor de los 5-6 meses de edad en ambos sexos. En el caso de las gatas, son poliéstricas estacionales, esto significa que, dependiendo de la estación, tienen más o menos ciclos de celo. En las épocas donde hay mayor luz solar, como el verano, pasan celos una y otra vez. De todas formas, es vital preguntar a un veterinario, que podrá indicarnos cuándo es el mejor momento para llevarlo a cabo.

Hacerlo antes del primer celo es imprescindible para eliminar la posibilidad de que las gatas padezcan tumores en las mamas, cáncer o un alto grado de malignidad. En el caso de los machos, se evita el marcaje de orina al detectar una hembra en celo, que son comportamientos que se mantienen en el tiempo.

¿Cuáles son los precios?

El sexo del felino determina en gran medida el coste de la intervención por la complejidad de la misma. En ocasiones, las castraciones van incluidas en el contrato de adopción. Sin embargo, si no lo está y te informas en distintas clínicas, debes saber que hay precios muy variados y distintos. En el caso de las hembras, los precios suelen rondar los 100 o 300 euros en las más caras. En el caso de los gatos macho puede variar entre 50 y 100 euros.

Asimismo, hay que estar pendiente de las campañas de castración que puedan surgir en la ciudad, ya que su creación es común para reducir la natalidad.

¿Cómo es la recuperación?

En el caso de las gatas, al ser más compleja, requieren más atención durante el postoperatorio, aunque la recuperación es rápida. Cuando el animal despierta de la anestesia, ya puede irse a casa junto con un collar isabelino para evitar que se lama la incisión. Es muy importante revisar la cicatrización y estar atento a la inflamación, enrojecimiento, supuración o mal olor para llevarla al veterinario inmediatamente.

En el caso de los gatos es mucho más rápido y sencillo, simplemente hay que vigilar que no se lama la herida durante los primeros días y comprobar que la incisión está en buen estado.

Ventajas y desventajas

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En cuanto a la parte positiva, como ya hemos mencionado, se evita la reproducción de los felinos porque se eliminan las hormonas que producen el celo y se impide, de igual manera, el marcaje de orina, que los gatos se fuguen, los cambios en el comportamiento y las peleas. Además, las gatas también se benefician eliminando casi por completo la posibilidad de tener cáncer de mama, infecciones uterinas, hiperplasia mamaria benigna y los embarazos psicológicos. Los machos también evitarán patologías testiculares.

Las partes negativas son mínimas, de hecho el único riesgo que hay es el sobrepeso. Al producirse un cambio hormonal, también se modifican los requerimientos energéticos de los animales y tienden a demandar más comida. Es importante vigilarlo en este sentido, además de incitarle a jugar para mantenerlo activo.