Estoy convencido que todos los que estáis leyendo estas líneas habréis escuchado alguna vez expresiones como "si tu perro es agresivo, tienes que imponerte a él para que sepan quien manda, quién es el líder de la manada", "es importante hacerle saber quien manda en casa para que no se comporte mal", "tu perro es agresivo porque es dominante" o cosas similares.

A través de varios programas de televisión con gran cuota de pantalla, durante años, se ha extendido la siguiente secuencia de ideas:

(1) Los lobos tienen una jerarquía marcada donde hay unos líderes de la manada (un macho y una hembra alpha) que usan la agresividad para controlar que los sumisos no tengan prioridad de acceso a la mejor comida, a una buena zona de descanso o a una pareja para reproducirse, entre otros. (2) Como los perros descienden del lobo, se entiende que actuarán igual que los lobos y, por lo tanto, (3) mostrarán entre ellos y hacia nosotros conductas similares. Como consecuencia, (4) para controlar a cualquier perro y que estos no se muestren agresivos con nosotros, o no muestren otras conductas indeseadas, tenemos que usar el sometimiento (ponerlo boca arriba, darle golpes "como lo harían entre ellos", etc.). En otras palabras, para que un perro no se comporte mal, tenemos que hacer que sea sumiso a base de golpes y sometimiento (de castigo).

Pues bien, ningún perro es agresivo o se comporta mal porque quiera ser el líder de la manada o quiera ser dominante. Además, lo más importante, es que tiene que quedar claro que esta afirmación no es una opinión mía, es un consenso de toda la comunidad científica. En otras palabras, decir lo contrario, sería como decir que la tierra no es redonda, o que no existe la gravedad. En definitiva, no es una opinión, es un consenso adoptado gracia al conocimiento científico. Intentemos aclarar el por qué de esta confusión:

A finales de los años 60, una serie de estudios describían la estructura social de los lobos. Estos estudios mostraban como los lobos se comportaban como una sociedad jerárquica, en la que había un macho y una hembra que controlaban, mediante interacciones agresivas, el acceso a ciertos recursos (como la comida o la zona de descanso, entre otros). De estos estudios se extrae el concepto de macho y hembra alpha. Sin embargo, desde hace décadas, incluso los propios autores han desestimado este término, admitiendo que se equivocaron en las conclusiones de sus estudios. La equivocación se dio en el planteamiento inicial, ya que se estudiaron grupos de lobos en cautividad en los que cada lobo provenía de una familia diferente, es decir, la muestra no era representativa de una familia real de lobos en condiciones de libertad. Hoy en día sabemos que los lobos, en libertad, se comportan de forma muy similar a nosotros, donde hay un padre y una madre (o pareja reproductora) con su descendencia (de varios años) que comparten un espacio o territorio. Aprenden conjuntamente y, como es lógico, donde la voz cantante la llevan la pareja reproductora. Sin embargo, es muy destacable que, como todo buen líder, los padres no usan prácticamente la agresividad para mantener ese estatus. En otras palabras, los lobos de una misma familia casi no se pelean, si no que se "hablan" (usando posturas corporales o faciales, sonidos y conductas) para resolver los conflictos. De hecho, son mucho más frecuentes las conductas afiliativas (mediadas por oxitocina, como el acicalamiento mutuo y el juego, entre otras) que los conflictos.

A esto hay que sumarle, además, más de 20.000 años de domesticación del perro. El perro, no solo ha cambiado su morfología respecto al lobo, ha cambiado la mayoría de las conductas (reproductora, de alimentación, etc.) como consecuencia de la domesticación. Entre estas conductas que han cambiado también está la conducta social (que engloba las conductas agresivas y afiliativas, entre otras). Obviamente el lobo y el perro se parecen, pero no son iguales en la mayoría de sus conductas.

Por lo tanto, partiendo de la base de que la teoría sobre la que se sustenta toda esta idea es falsa, paso a numerar los aspectos más importantes para tener en cuenta con relación a la conducta social del perro:

1. La comunidad científica, hoy en día, no se pone de acuerdo en si los perros son capaces de establecer relaciones de dominancia y sumisión (ni siquiera entre ellos). Existen diferentes teorías sobre la existencia de estas relaciones, todas con sus razones más o menos fundamentadas en datos objetivos.

2. Toda la comunidad científica está de acuerdo en que los perros no se muestran agresivos porque quieran ser dominantes. Por lo tanto, no debe someterse a ningún perro para hacer que sea sumiso, porque no tiene ningún sentido. De hecho, aunque se asumiera que los perros pudieran establecer relaciones de dominancia y de sumisión, el hecho de ser dominante o líder no implica, en ningún caso, que el perro dominante sea más agresivo, más bien lo contrario.

3. El uso del castigo (ponerlo boca arriba, darle pequeños golpes, usar collar de ahorco o pinchos, etc.) aumenta la probabilidad de que un perro sea agresivo. Es decir, usando estas técnicas tan populares en televisión, no solo no estamos haciendo que sea más sumiso y menos agresivo, sino que estamos fomentando que nos tenga miedo y muerda para evitar el castigo.

En resumen, el comportamiento del perro es complejo. Existen muchos factores que determinan que un perro decida comportarse de una determinada manera en un momento dado. Cuando un perro se muestra agresivo, es esencial hacer un correcto diagnóstico para saber cuál es la motivación que hay detrás de esa conducta y aplicar el mejor tratamiento. Simplificarlo al hecho de que es dominante y hay que someterlo para hacerlo sumiso es, simplemente, un grave error, puesto que os expondréis a que os muerda con más probabilidad. Un correcto tratamiento protegerá el bienestar del perro minimizando el riesgo de que os vuelva a morder. Si tenéis cualquier problema de conducta acudid a vuestro veterinario especialista en etología para que os ayude.

Tomás Camps Morey, director de Etovets