La legislación europea obliga a que, cualquier animal que vaya a ser sacrificado, sea aturdido previamente. El objetivo es evitar su sufrimiento. Sin embargo, dicha ley tiene una excepción: la libertad religiosa. Las ramas más radicales, por ejemplo, de la religión judía o musulmana defienden que el animal debe ser degollado sin más. Hasta ahora se respetaba dicha excepción pero, poco a poco, cada vez más países se oponen a la misma. El último en hacerlo oficialmente ha sido Bélgica. Desde ahora ni un solo animal será sacrificado allí sufriendo. Esperemos que España, de una vez por todas, pronto tome ejemplo.