Todo empezó cuando la vi a través de la ventana de mi despacho nada más cambiarme a mi nuevo trabajo. Pude observar a una gata escuálida y llena de calvas y heridas. En ese momento decidí empezar a cuidar de la colonia. Ramira siempre ha sido una gata muy delicada físicamente para vivir en la calle y al mismo tiempo tremendamente fuerte a nivel de espíritu y carácter. La vulnerabilidad su cuerpo era compensada por la grandeza de su alma. Tenía una mirada que expresaba haber vivido tanto, que desprendía sabiduría en cada gesto. Tigre (otro gato de la colonia) y ella eran inseparables, él siempre dormía delante de ella para protegerla, sin embargo era ella la que cuidaba de él en realidad.

Hace tres años le diagnosticaron un tumor en la boca con muy mal pronóstico. En ese momento yo sabía que lo que quería Ramira era volver a su colonia junto a Tigre y luchar. Así que eso hice, a pesar de lo que sabía que supondría para mí.

Al terminar el pasado invierno, apareció una gatita nueva llamada Lys y Ramira sorprendentemente la dejó instalarse. Esta gatita adoraba a Tigre. Yo empecé entender lo que estaba pasando. En primavera, dejó de tomarse la medicación y la boca le empezó a empeorar considerablemente.

A finales septiembre dejó de comer. Recuerdo perfectamente el último día que la vi. Ella siempre ha sabido que yo lucharía con todas mis fuerzas si decidía quedarse, pero que también entendería y respetaría tu decisión de marcharse. Le transmití tanto amor como recibí por su parte hasta el punto de percibir una sensación física muy intensa y salirme una sonrisa a pesar de lo que ambas sabíamos que significaba aquello.

Al día siguiente se marchó y como yo sabía que pasaría, no volvió jamás. Se fue cuando supo que Tigre no se quedaría solo y que Lys cuidaría de él.Ramira siempre será muy especial, por su amor tan puro, su fortaleza y su sabiduría.Por eso siempre digo que la historia del Ramira es una historia de amor. Porque yo luché por amor, ella vivió por amor y se marchó cuando el amor se lo permitió.