Muchas veces siento una gran fuerza y motivación al ver que en el movimiento por los derechos de los animales, se están produciendo cambios positivos y se están alcanzando objetivos muy importantes. Sin embargo, en otras ocasiones siento una gran frustración. Cuando conecto con esa parte de la realidad tan dolorosa para ellos, en este momento en el que por ejemplo me encuentro en casa tranquilamente viendo la televisión y tomo conciencia de que muchísimos animales están sufriendo de manera muy grave en ese instante, la impotencia de no poder cambiar su situación, aliviar su dolor€ me invade. Animales que están siendo maltratados o que en su vida jamás conocerán lo que significa la palabra amor. Animales que pasan todos sus días atados desde que nacen hasta que mueren ahogados por su propia cadena. Animales explotados brutalmente, para los que no existe un solo momento de su vida en el que no sienten dolor. Cuando pienso en los que diariamente son golpeados, abandonados, mutilados€ me cuesta mucho manejar la frustración.

Los que nos dedicamos a la protección animal, sufrimos de manera constante un bombardeo de situaciones violentas hacia seres que para nosotros son muy importantes. Seres con los que compartimos su dolor y que nuestro nivel de empatía y cariño hacia ellos es exactamente igual que al de los humanos e incluso en ocasiones mucho mayor. Y no me cuesta decirlo porque es el propio ser humano el que se encarga de que esto sea así.

Esa sensación de vulnerabilidad que nos transmiten los animales, desencadena una fuerte necesidad de protegerles. Pero sin embargo, es frecuente tener la sensación de estar cogiendo un grano de arena en el desierto y seguir viendo continuamente montañas de dolor en ellos, sin poder hacer más. Vivir con la sensación de que esto no va a parar nunca, implica sentir una impotencia tan grande que es muy difícil de manejar.

No obstante, quiero señalar que a pesar de todo lo descrito anteriormente, los animales nos necesitan fuertes y positivos, ya que es la mejor forma en que les podemos ayudar.