Recientemente, una federación europea de establecimientos cárnicos ha conseguido que se prohíba usar palabras como "hamburguesa", "salchichón" o "morcilla" para aquellos alimentos veganos que, aunque posean un sabor parecido, no contengan sustancias de origen animal. Según ellos, nombrarlos de la misma forma lleva a error, supone una ventaja para el veganismo y reduce sustancialmente sus ventas.

En realidad, existen poderosas razones económicas para ello. El consumo de carne roja, por ejemplo, está disminuyendo en toda Europa de forma drástica. Sólo el año pasado cayó más de un 40 %. Se trata de una tendencia, no una excepción. Tanto en Estados Unidos como en los principales países europeos, el 15 % de la población ya es vegana y, todo apunta a que, cuando acabe este año, esa cifra podrá llegar al 20%. Por cierto que, curiosamente, las mujeres son mucho más proclives al veganismo. Así, del 100% de veganos, un 63% son mujeres y un 37% hombres.

¿Y mientras tanto qué ocurre en nuestro país? Pues, prácticamente, lo mismo. Aquí también se concentra el mayor número de veganos en las ciudades, mucho más que en pueblos o pequeñas localidades y se espera que, al final del 2018, el número de veganos alcance ya el 15% de la población -actualmente, está situado en torno al 10 %-

A nivel de establecimientos veganos, los datos tampoco mienten. El año pasado ya existían en España 2500 dedicados a la venta de productos veganos, en su mayoría, a la restauración. En general, se trata principalmente de restaurantes o bares que confeccionan su carta con el compromiso de que, en sus platos, no existe alimento alguno de origen animal. Lo más sorprendente es que, cuando acabe este año, se espera que esa cifra se haya multiplicado por cinco en nuestro país.

Así las cosas, no es de extrañar el nerviosismo que todo este cambio produce. Está claro que el veganismo es un movimiento basado en la ética, que no huye necesariamente del sabor de la carne, sino de la mala vida y mala muerte que sufren los animales. Por eso, en cuanto el ser humano ha usado su inteligencia y los avances para producir alimentos de idéntico sabor, textura y aportes vitamínicos, el veganismo ha comenzado a crecer sin límite alguno, mientras la industria carnicera sigue cayendo en picado. Sin embargo, creo que estos últimos se equivocan al plantear una guerra que, de antemano, tienen perdida. La solución, como siempre, está en reciclarse. Deben poner sus cámaras frigoríficas al servicio de estos nuevos alimentos y apostar por el futuro sin preocuparse tanto por cómo se llaman estos nuevos alimentos sino por lo que significan: "un nuevo mundo más respetuoso con la vida".