¿Qué tienen en común el actor estadounidense Richard Gere, el icono francés del cine Alain Delon y la joven patinadora rusa Alina Zagitova? Los tres son amantes de los perros akita, una raza japonesa que suscita un creciente entusiasmo en todo el mundo.

En los últimos años, el número de propietarios extranjeros de esos perros se disparó, superando incluso la demanda nacional.

Esa raza, parecida a los huskies rojos, adquirió aún más fama a principios de año cuando Zagitova proclamó su amor por ella tras haber visto akitas mientras se entrenaba en Japón. Responsables locales le prometieron entonces regalarle uno.

Ese entusiasmo no sorprende a Osamu Yamaguchi, de 64 años, criador de akitas en Takasaki, en la región de Gunma, al noroeste de Tokio.

"Antes, la mitad de mis clientes eran japoneses, y la otra mitad, extranjeros, pero hace poco el número de extranjeros aumentó", cuenta a la AFP en su jardín, donde cría a una veintena de perros.

Según datos de la asociación de preservación del akita, el número de esos animales con dueños extranjeros era de 33 en 2005, 359 en 2013 y 3.967 el año pasado.

Ese perro, que durante mucho tiempo fue criado para la caza, recibe su nombre de la región del norte de Japón de la que es originario. Mide entre 60 y 70 centímetros y pesa entre 40 y 50 kilos. Tiene orejas muy rectas, unos ojos un poco hundidos y una cabeza que recuerda la de un oso.