En primer lugar, no sería tanto una cuestión de bienestar animal - ya que, al fin y al cabo, sólo lo va a llevar durante sus paseos- como de seguridad y carácter de nuestro perro. Así, si se tratara de un caniche, un chihuahua o un cruce de pequeño tamaño y buen carácter, la elección podría ser un arnés. Sin embargo, si se tratara de un perro grande, de envergadura, con un carácter dominante o difícil, la mejor opción sería el collar. Pero, pasemos a un plano más práctico para que se entienda el por qué. Imaginémonos que alguien estuviera cruzando la calle con su perro y, de pronto, se le abalanzara un coche ¿Cómo lo movería más fácilmente para que no le atropellara? Si el perro es de poco peso, el arnés le permitiría tirar de él o, incluso, cogerlo en peso y moverlo rápidamente. Por el contrario, si el animal fuera más grande, el arnés situado en el centro de gravedad del perro dificultaría el movimiento mientras que -el collar situado en el cuello, es decir, en un extremo del mismo- permitiría moverlo más fácilmente. Por otra parte, en animales nerviosos, temerosos o en proceso de aprendizaje, es más adecuado un collar ya que, con ligeros tirones de la correa que se transmiten directamente al collar, le podemos enviar distintos mensajes al animal para que actúe de una forma u otra. En cualquier caso, tampoco debemos ser drásticos en este tema ya que, muchos animales empiezan llevando un collar y, con tiempo y aprendizaje, cambian a un arnés. Todo depende de cómo evolucione su carácter y, también, de cómo nos sintamos más seguros con él.