El código de circulación recoge que el conductor de un vehículo está obligado a mantener su propia libertad de movimientos, el campo necesario de visión y la atención permanente a la conducción. Con ello deberá garantizar su propia seguridad, la del resto de los ocupantes del vehículo, y la de los demás usuarios de la vía. Así mismo, añade que habrá de mantener una posición adecuada y velar porque la mantengan, también, el resto de los pasajeros. Por último, establece que es obligatorio, tanto colocar adecuadamente los objetos como los animales transportados, de manera que no se pueda producir interferencia entre el conductor y cualquiera de ellos. Por lo tanto, para cumplir con esta normativa existen diferentes dispositivos homologados que nos ayudan a conseguirlo. Los principales son: Por un lado, el arnés de un solo enganche o de dos enganches: Evidentemente, el segundo es más seguro que el primero pero, en ambos, el problema que presentan en caso de colisión es que, tanto las heridas del conductor como de la mascota, pueden ser graves. Por otro, los famosos trasportines: Estos pueden ir sujetos con el cinturón de seguridad -opción válida pero que, en caso de colisión, la mascota sufriría graves daños-. También podrían ir colocados en el suelo del vehículo -según la DGT es el lugar en el que, en un accidente, menos se deformarían-. O, bien, instalados con una sujeción adecuada en el maletero -el problema, en su caso, sería encontrar uno del tamaño del perro. Y, por último, existe la posibilidad de instalar en el coche una rejilla divisoria homologada. En este caso es muy importante que consulte en un taller oficial o en la ITV más cercana. De todas formas, para su perro, dado el tamaño del mismo, esta última opción probablemente es la más adecuada.