El sábado 24 de junio comenzó un incendio intencionado que arrasó con todo rastro de vida en la zona de Huelva, afectando al Parque Natural de Doñana. Desde ese momento, mis emociones están allí y en mi mente se repiten de forma continua tantos deseos...

Me gustaría pedir perdón al lince, a la ardilla, al búho real... a todas las especies afectadas por este atentado contra su integridad. Me gustaría tener más herramientas para poderles ayudar. Al árbol centenario, que nos lleva regalando su grandeza durante décadas sin dudar. A la familia del bombero fallecido, que arriesgó su vida con la única intención de ayudar. Me gustaría pedir perdón a la Vida en general, que se ha visto arrasada por el fuego y la maldad. Al cielo, por el humo que ha subido dibujando columnas de dolor, y a las estrellas, que durante estas noches no nos han podido iluminar.

Ojalá pudiese dejar de imaginaros huyendo con desesperación, buscando un refugio que os proteja de tanto calor. Ojalá pudiera prometeros que esto no va a volver a suceder y que a partir de ahora, os ofreceremos únicamente amor...

Me gustaría borrar de mi retina las llamas y la pena de mi corazón. Tener la capacidad de sembrar vida donde otros provocan la muerte con su codicia. Que ningún animal sufriese las consecuencias de los mal llamados humanos, que únicamente buscan su propio beneficio, con un acto tan despreciable como poco inteligente, ya que no son conscientes de que todo ese mal a ellos también les repercutirá, porque están devastando la fuente de la que dependemos para continuar.

Me gustaría hablar con la Madre Naturaleza y después por supuesto de pedirle perdón a ella también, poderle preguntar cómo la podemos ayudar a reparar el daño que otros hacen sin piedad.

Pero sobre todo, me gustaría pertenecer a otra especie que no tenga que pedir perdón a las demás.