Ganadora del Goya por el primer capítulo de la serie Rec, la actriz madrileña Manuel Velasco, de 41 años, encara la cuarta temporada de Velvet mientras reflexiona sobre varias parejas que buscan ayuda a sus problemas en la función ´Bajo terapia´. "Es algo que yo he practicado y recomiendo. Es saludable, aunque duro. En ella encuentras una especie de árbitro que propicia el respeto y el diálogo y que me ha hecho entender cómo la misma situación contada por un hombre o una mujer puede ser totalmente distinta".

Para ella, lo interesante de la obra reside en "con qué mano izquierda maneja los lugares comunes en materia de géneros. El público nota terreno conocido, se relaja, se empieza a dar cuenta de que la cosa va en serio cuando los dos hombres más machistas dicen un par de barbaridades y al final se dan cuenta de que lo que han visto es mucho más importante de lo que pensaban".

No duda en afirmar que el machismo "sigue ahí, aunque ahora por lo menos se esfuerzan en intentar disimularlo. Cuántas chavalas hay que, como mi personaje, son universitarias, dialogantes, empáticas y comprometidas socialmente y, por el hecho de ser rubias y llevar un pantalón ajustado, son consideradas poco menos que bobas y calentonas". Pero también reconoce que las cosas no están "ni mucho menos" como se muestran en la serie Velvet: "Sólo faltaría. El hombre está mucho más atento a su entorno. Más involucrado con la familia y el funcionamiento de la casa. Colabora más, aunque, en realidad, debería formar equipo con su pareja".

Las diferencias son, para ella, cuestión de energías. "La nuestra se vuelca en cuidar y en comunicarnos para preservar las relaciones; en nutrir, engendrar vida y cuidarla. Y la del hombre se focaliza en conseguir y proveer. Es el cazador, y eso no se debe haber borrado de su ADN todavía. Es tan competitivo porque necesita cobrar la pieza como sea; aunque una vez conseguida, a menudo deja de interesarle".

Dicho esto, se lleva bien con los hombres de su vida. "Tengo grandes amigos. Mi padre, mis profesores, mis abuelos, sobre todo el materno, son figuras importantísimas. No suelo entrar en conflicto salvo porque soy de hablar; incluso de más. Lo cuento todo, y me ha costado entender que muchos de ellos no sienten esa necesidad ni están todo el rato demostrando lo que te quieren y les importas. Lo que no quiere decir que no les preocupe tu bienestar. En el fondo, admiro esa facilidad que tienen para luchar por lo que quieren sin perderse por las ramas ni comerse la cabeza. Me gusta esa sencillez, pero también la complejidad femenina".