-Con la perspectiva de algo más de un año, ¿cómo ve la decisión de cerrar El Bulli tal como lo conocíamos hasta ahora?

-En enero de 2013 empezamos con la fundación. Quizá lo que más ha cambiado es que ahora estoy aquí tranquilo sin sufrir por el restaurante.

-¿Ni nostalgia ni arrepentimiento?

-No, no. Siempre es un riesgo. El Bulli restaurante igual era demasiado seguro entre comillas. Nos hacía falta chance, riesgo. Yo no voy a montar nunca más un restaurante, 30 años en primera línea son bastantes. El Bullifoundation va a ser igual de motivador.

-Crear, compartir, experimentar... Perdone que sea tan prosaica, pero habrá que pagar las facturas cada mes.

-La financiación está clara. Habrá un mes que daremos comidas, la mitad serán solidarias, la otra mitad para fondos. Se hará una donación para la fundación a cambio de comer en El Bulli.

-¿Cómo convencer a un empresario en crisis de que invierta en I+D?

-El reto que nos pusimos con Telefónica es que esto de la innovación no debe enfocarse como algo extraordinario, tendría que estar en el ADN. En El Bulli lo hicimos.

-Con la crisis ¿se han acabado para siempre los menús de 200 euros?

-Michelin no es la Biblia. Está muy bien, pero como modelo de negocio veo más el prêt-à-porter. La restauración de lujo, no en España, en el mundo, se está replanteando. Pero tiene lógica. Había un exceso. Con el talento que hay yo creo que tendremos el mejor prêt-à-porter del mundo en cinco años. Esto no es de ahora. Time Magazine en el 92 tituló "La alta cocina ha muerto".

-¿El Bulli Fundación será un referente de una Cataluña independiente?

-Primero tenemos que ver si de Europa y a partir de aquí iremos bajando. Con diálogo, democracia y respetando las leyes, pero van a cambiar las cosas, no podemos seguir como estamos. El tema de Cataluña tiene que hacernos reflexionar, no hay un modelo de Europa, no hay un modelo de España. ¿Qué modelo queremos? ¿Estados Unidos o el nórdico? Cataluña no es el problema. Tampoco hay que dramatizar. No hay que cerrarse. El mundo cambia desde hace millones de años.

-¿No le pesa a veces ser Ferran Adrià?

-Yo puedo entender que lo que hago puede ser importante, pero yo no soy importante. Ni yo ni nadie. Yo llego a mi casa y soy Ferran. Es importante tener gente que te ponga los pies en la tierra. Todo es relativo. Mire a Lance Armstrong. Era Dios.

-Su cocina emociona, ¿qué le emociona a usted?

-Una gran comida, ir al cine, al teatro, el arte... Soy muy normalito en mis gustos.

-Ya en la prehistoria, el que controlaba el fuego dominaba a los demás. ¿La cocina es poder?

-Sí. Lo único que hacen los humanos cada día tres veces es comer.