De Obregón a Rocío Carrasco: los peligros de abrir debates sociales con famosos

Los sociólogos hablan de los pros y los contras de que las 'celebrities' sirvan para introducir temas incluso en la agenda política

Ana Obregón, en una imagen de archivo.

Ana Obregón, en una imagen de archivo. / EP

Marisa de Dios

Desde hace un tiempo, algunas revelaciones de los famosos están provocando auténticos huracanes mediáticos, generando intensos debates sociales sobre temas controvertidos que hasta ahora habían sido más o menos tabú. Es lo que ha pasado hace nada con el 'boom' que ha generado la noticia de que Ana Obregón ha recurrido a la gestación subrogada para convertirse en abuela tres años después de la muerte de su hijo. Pero casos como la docuserie de Rocío Carrasco, el suicidio de Verónica Forqué y el vídeo sexual de Santi Millán también han servido para que se hablara sin tapujos de la violencia machista, de la salud mental y de que la filtración de imágenes íntimas sin el consentimiento de sus protagonistas es un delito. Los 'vips' están abriendo melones que antes permanecían sellados a cal y canto. ¿Por qué ocurre ahora este fenómeno? ¿Es positivo que se produzca o a veces puede normalizar o incluso banalizar delitos e ilegalidades? ¿Puede ser contraproducente que estos temas salten incluso a la agenda política precisamente a través de las 'celebrities'?

Según Ferran Giménez, sociólogo experto en movimientos sociales y profesor colaborador de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), el origen de este fenómeno está en una sociedad como la actual, "sumamente mediatizada". "Vivimos en un sociedad neoliberal e hiperindividualista, y los referentes que tenemos del entorno más cercano tienen una capacidad de condicionar relativa. El segundo eslabón de referencia es el que llega vía mediática, y ahora mismo el gran exponente son 'youtubers', 'influencers' y 'tiktokers'. Si no hubiera esa explosión comunicativa vía redes sociales el impacto de esos casos no sería tan grande", señala.

Temas de los que no se habla

Giménez considera que abrir este tipo de debates es en sí positivo. Principalmente, porque "permite poner sobre la agenda pública, e incluso política, aspectos de la realidad sobre los que a veces no se habla suficiente". Pero entraña algunos peligros. Los famosos "no suelen aportar, normalmente, un discurso suficientemente argumentado y hay gente que los toma como referentes éticos, moral o de comportamiento, cuando no lo son". Contando, además, que son casos privilegiados. "Obregón lo ha hecho porque tiene dinero, es una mujer blanca y de clase alta", añade el sociólogo.

Verónica Forqué.

Verónica Forqué.

Coincide con él Sergio Villanueva, profesor de Comunicación de la Universitat de Barcelona (UB), que cree que los periodistas son cada vez más conscientes de que "se puede utilizar el entretenimiento y la cultura popular para introducir temas en el debate público y luego tratarlos desde la información". Aunque alerta también de los riesgos. "El objetivo de los famosos no es informar. Rocío Carrasco no pretendía alertar de la violencia machista, sino mejorar su imagen pública. Y Ana Obregón quería vender exclusivas. Ahí hay un conflicto de objetivos y legitimidades".

También apunta otro peligro: "Que el debate se trate en los medios con brocha muy gorda, muy contaminado del lenguaje del entretenimiento". Es decir, que se desvirtúe y llegue a banalizarse. "Utilizar según qué conceptos a la hora de comunicar estos temas puede llevar a maneras erróneas de enfocarlos, y que se asocien falsos atributos a algunas prácticas que luego, cuando el debate social evolucione, serán muy difíciles de cambiar".

Rocío Carrasco.

Rocío Carrasco.

Contaminar el debate

Villanueva recuerda que en el caso de Rocío Carrasco se trató la violencia machista con unos términos que tenían mucho que ver con la simpatía o antipatía previa hacia el propio personaje. Y ahora con Obregón y la gestación subrogada se han mezclado muchos temas, como la edad de la presentadora o que finalmente el bebé fuera su nieto. "Al traer el debate desde Ana Obregón se ha impregnado de muchos conceptos que proceden de la prensa rosa, cuando debería ser más un debate de bioética y de aspectos legales", apunta.

María Trinidad Bretones, profesora de Sociología de la UB, habla también de la transformación sufrida en los últimos años. "El panorama ha cambiado completamente a raíz de las redes sociales. Los comportamientos que tenemos los ciudadanos sirviéndonos de los nuevos medios y de los tradicionales han modificado totalmente nuestra idea de lo que significa el debate y la información".

La socióloga es muy crítica: "Hemos entrado en unas reglas que, más que debate, se hace ruido. No se profundiza en nada, es una especie de goteo de lo mismo e incluso se reservan cosas que se saben para asegurar que mañana sigas atento. No añadimos ningún elemento, sino pequeñas curiosidades, así que no llenamos el debate de algo serio, sino del morbo".

El caso Sara Montiel

La periodista Pilar Eyre, especializada en prensa del corazón, valora en cambio que los 'vips' sirvan para abrir la caja de Pandora sobre ciertos temas. Porque antes eran mucho más opacos. "Cuando yo empecé en el periodismo y hacía entrevistas en los años 80, lo que hacía la gente era ocultar todo tipo de actitudes transgresoras y que no seguían las normas sociales". Pero no le atribuye el mérito de todo esto a las 'celebrities', sino a la propia sociedad. "Los avances sociales, el progreso, es lo que da confianza y fuerza a estos personajes públicos para que se manifiesten".

La autora de libros como 'Yo, el Rey' rememora otro caso con similitudes al de Obregón que se trató de forma muy diferente: el de la adopción de los hijos de Sara Montiel. "En ningún momento cuestionamos o preguntamos cómo había sido ese proceso de vientre de alquiler, que era como se llamaba entonces, porque había un límite que no se podía traspasar. Y si lo traspasabas, había consecuencias", concluye.

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