Los tentáculos del depredador sexual Jeffrey Epstein están por todas partes. Dos años después de que el financiero se suicidara en prisión tras ser condenado por tráfico sexual de menores, su nombre sigue manchando como un estigma siniestro a las personalidades del mundo financiero, político y empresarial que cultivó en vida. Bill Gates es el último en verse salpicado por la relación que mantuvo con Epstein, al que habría visitado en sus mansiones de Nueva York y de Palm Beach, donde el pederasta neoyorkino explotaba a mujeres adolescentes tras reclutarlas inicialmente como masajistas. ‘The Wall Street Journal’ publicó el domingo que esa relación habría sido uno de los motivos de la ruptura matrimonial entre el padre de Microsoft y su esposa Melinda Gates.

La pareja anunció su divorcio la semana pasada, esgrimiendo que su relación está “irremediablemente rota” tras 27 años de matrimonio. “Hemos dejado de creer que podamos seguir creciendo juntos como pareja en la próxima etapa de nuestras vidas”, afirmaron en un comunicado. El mundo reaccionó con sorpresa a la separación, que abre algunas preguntas sobre el futuro de la Fundación de Bill y Melinda Gates, la organización filantrópica más poderosa del mundo, pero la ruptura llevaba gestándose como mínimo desde el 2019, según el diario neoyorkino. Fue por entonces cuando Melinda comenzó a explorar el divorcio con sus abogados, resuelto de forma aparentemente amigable con la división de bienes. 

Aunque los detalles de la ruptura no han trascendido, el ‘Journal’ sostiene que “uno de los motivos de preocupación” de Melinda fue la relación que su marido mantuvo con Epstein, al que habría conocido en 2011, tres años después de que el financiero fuera condenado en Florida por solicitar servicios de prostitución a una menor y pasara a engrosar la lista de agresores sexuales. Aquel primer encuentro se produjo en casa de Epstein en Manhattan, una cita a la que también asistieron la ex modelo sueca Eva Andersson-Dubin y su hija de 15 años, a la que el pederasta habría violado en las Islas Vírgenes, según el testimonio de uno de los testigos que declaró en el juicio de Epstein. 

Un día después de aquel primer encuentro, que se prolongó durante ocho horas, Gates envió un mensaje a sus allegados celebrando el encanto y la inteligencia de Epstein. “Aparecieron por allí una mujer sueca muy atractiva y su hija, y acabé quedándome hasta bastante tarde”, escribió el fundador de Microsoft, según el ‘The New York Times’. Luego llegarían varios encuentros más en las residencias del financiero, que se dedicó a acumular una copiosa agenda de contactos entre la jet set mundial, desde políticos como Bill Clinton a figuras de la realeza como el príncipe Andrés de Inglaterra, inversores multimillonarios como Leon Black o premios Nobel como Frank Wilczek

Gates niega una relación de amistad

Gates ha restado importancia a aquellos contactos. “Le conocí, pero no tuve ninguna relación empresarial ni de amistad con él”, dijo en 2019 en una entrevista. Pero de acuerdo con el ‘Times’ la relación entre ambos trascendió los encuentros casuales. Poco después de aquella primera cita, se reencontraron en una conferencia en California y, en mayo del 2011, Gates acudió nuevamente a la mansión neoyorkina de Epstein. De aquella noche queda una fotografía sonriente, en la que aparecen también el ex secretario del Tesoro, Larry Summers, un alto cargo de J.P. Morgan, y el ejecutivo de Microsoft, Boris Nikolic, una de las personas que habría hecho de intermediario entre Gates y Epstein. 

Por entonces, la Fundación Gates y J.P. Morgan negociaban un acuerdo de colaboración para crear un fondo de inversión dedicado a financiar proyectos de salud pública alrededor el mundo, según el rotativo neoyorkino, y desde el banco se sugirió que se incluyera en su organigrama a Epstein, quien se habría propuesto para conseguir inversores a cambio de una comisión. La Fundación Gates se interesó por la propuesta y acabó enviando un equipo de asesores a la mansión de Epstein. Durante aquella reunion, el financiero les dijo que no debían asustarse por sus antecedentes penales. Lejos de cortar la relación, Gates y su fundación mantuvieron los contactos. 

Viaje en el 'Lolita Express'

En 2013 el filántropo acompañó a Epstein hasta su mansión de Palm Beach en el jet privado de este último, conocido ahora como el ‘Lolita Express’. Y seis meses después volvieron a quedar para cenar en Nueva York. Y así hasta octubre del 2014, cuando la fundación donó 2 millones de dólares al Instituto Tecnológico de Massachusetts, una donación que, según documentos internos de la universidad obtenidos por el ‘Times’, fue “dirigida” por el propio Epstein

Desde entonces la relación se enfría. “Con el tiempo Gates y su equipo se dieron cuenta de que las capacidades e ideas de Epstein no eran legítimas y cesaron los contactos”, dijo en 2019 la portavoz de Gates. Falta ver ahora el impacto que estas revelaciones tendrán sobre la reputación de uno de los hombres más ricos del mundo. Aunque nadie le ha acusado de participar en los crímenes de Epstein, no sería la primera figura pública en caer en desgracia. El príncipe Andrés tuvo que renunciar en 2019 a sus funciones públicas en la realeza británica tras destaparse la estrecha relación que mantuvo con el pederasta, salpicada en su caso de acusaciones de abuso sexual.