Hubo un tiempo en que las escalerillas de los aviones ejercían de alfombras rojas. Cuando Rita Hayworth, Grace Kelly o Sophia Loren llegaban a Madrid, entre los cincuenta y sesenta, para rodar de la mano de Samuel Bronston, los fotógrafos afinaban sus objetivos desde la pista de Barajas. Es curioso comprobar cómo el gesto ha perdurado, aunque únicamente es consentido con presidentes y royals, mientras los famosos han sido desplazados al insidioso momento en que transportan el carrito rebosante de maletas. Por algo tienen sus photocalls -con los logos comerciales de rigor-, posados o capturas in fraganti, sea en el súper, besándose con un nuevo amor o a la salida del colegio de sus hijos.