Afronta Antonio de la Torre su primera temporada otoño-invierno con los 50 cumplidos, como si brujuleara con su bici siguiendo el curso del Guadalquivir a su paso por esa Sevilla que tan bien conoce. Como deslizándose. Apretando las piernas en las cuestas, sorteando socavones con maestría y aprovechando el llano para marcarse algún sprint. Con las mismas fuerzas ha gestionado su trayectoria profesional: "Sin proponérmelo en absoluto, porque si lo hubiera hecho no me habría salido y además aquí no hay tanto donde elegir". Y no le cuesta admitir que lo que le está pasando "no le suele ocurrir" a un hombre de su edad. "Y eso, junto a mis dos hijos pequeños, es lo que hace que haya cambiado de década sin pensarlo mucho".