Confiesa Sebastián Pons que, cuando abandonó Mallorca a los 19 años con una beca para estudiar en la Central Saint Martins de Londres, donde compartiría vida con una generación de diseñadores como Stella McCartney o Hussein Chalayan, y se haría amigo y colaborador de Alexander McQueen, lo hizo “con desgana y algo de asco: no me sentía realizado ni comprendía a la sociedad de aquí”. Hoy, tras décadas viviendo en ciudades de ritmo frenético, como mano derecha de McQueen en Londres y París, acompañando al diseñador en Givenchy; luego con Miguel Adrover en Nueva York, y más tarde con su propia firma también allí, reconoce que “Mallorca definitivamente es especial, incluso paradisíaca, con un modo de vida relajado, agradable… que también es parte de mí.”
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