Nadie se pone de acuerdo a la hora de definir el lujo. Quizá porque es un concepto más filosófico que terrenal y, por lo mismo, la única manera de entenderlo es sintiéndolo, sin tratar de intentar apresarlo o expresarlo con palabras. A la industria de la moda se le llena la boca hablando de lujos, exclusividades y excelencias, pero lo cierto es que, en la mayoría de las ocasiones, ni el precio ni la escasez son suficientes para completar el discurso.