"Armani viste a las esposas, Versace viste a las amantes". Y a mucha honra, debía de pensar Gianni cuando escuchaba de forma furtiva esta frase en boca de algún editor. Aquel era un chascarrillo recurrente en las revistas de moda de los ochenta; y qué, si esa carencia de prejuicios había ayudado a construir un imperio valorado en 600 millones de euros y, aún más importante, había revolucionado la forma de hacer moda. Y el fondo. "No se trata solo de las innovaciones estéticas; el corte láser, los motivos grecorromanos, los estampados€, es algo más. Creo que Gianni fue el primero en querer dar voz a todas las mujeres. Para él no se trataba de que se sintieran bellas, sino seguras. Quizá sea eso de lo que esté más orgullosa: de que él pudiera cambiar, aunque solo fuera un poco, la percepción de las mujeres en la sociedad moderna", cuenta a esta revista su hermana, Donatella Versace...