TIC, TAC, TIC, TAC€ y abres los ojos en la oscuridad con aquella suave duermevela que te mece. No sabes qué hora es y quieres que no suene el despertador para poder continuar abrazado a la seguridad del edredón y al silencio de la casa. Piensas que pronto será la hora de levantarse. Preferirías que fuese sábado. Conectas con la realidad, pero automáticamente recuerdas que es diciembre. Sonríes. Te acuerdas del número que te dará la vida que siempre has soñado. Y vuelves a estar ilusionado de nuevo. ¿Con qué soñamos cuando estamos despiertos? ¿Es ese sueño lo que nos ayuda a continuar? ¿Es nuestra vida una constante proyección hacia algo mejor? Si algo nos ha dado el posmodernismo es la capacidad de construir universos visuales aparentemente reales.