Con un vestido de Saint Laurent una siempre tiene calor", me dijo un día. La frase me sorprendió, ya que se refería a un vestido de tubo que la cubría de arriba abajo. Sobre la pasarela, Carla Bruni no caminaba, rozaba el suelo como una bailarina, medias puntas con sus zapatos de tacón sobre la pasarela del salón imperial del antiguo Hotel Intercontinental. Aquel vestido estaba, además, forrado de satén. Desde entonces ha nombrado a Yves Saint Laurent en más de una de sus canciones. Su voz es un vestidor de sensaciones, suave como si se tratase de un esmoquin de grain de poudre, elástica como una blusa de crepé de China; una se arropa con ella como con un abrigo...