"¿Me queréis a mí? ¿En serio?" pensó Franco Pagetti cuando escuchó la idea. Él, uno de los fotorreporteros más prestigiosos del mundo, recién llegado de Siria, tenía al teléfono a Stefano Gabbana. El diseñador le estaba proponiendo fotografiar la nueva campaña de su marca. "Vino a Nueva York para reunirse conmigo. Me contó que sería en las calles de Nápoles y sólo me dijo una cosa más: puedes hacer lo que quieras. Libertad absoluta", recuerda. Estaba claro que le querían a él y sólo a él. Pero, ¿por qué contratar a un fotógrafo de guerra para una publicidad de moda? "Porque él no está en absoluto involucrado en esta industria. Tiene una mirada limpia, sin artificios, sin ningún objetivo oculto. Eso es lo que queríamos", cuenta Stefano Gabbana a esta revista. Si el tándem italiano lleva desde sus inicios, en 1985, exportando al mundo el estilo de la Italia profunda (de la viuda siciliana a la ´dolce vita´ romana, pasando por la burguesía milanesa) esta vez el foco de la campaña está puesto en Nápoles. "Es una ciudad increíblemente genuina porque está de algún modo aislada, anclada en el pasado, sus calles siguen igual que en los cincuenta", explica Domenico Dolce.