¿Has estado, alguna vez, todo el día limpiando de arriba a abajo la casa? Recogiendo chismes que dejas desperdigados por todas las habitaciones, que no están en su lugar y no paran de acumularse.

Eso sigue pasando aunque hayas limpiado toda la casa. La sensación de suciedad que te da, en realidad, es falsa, lo que ocurre es que la casa está desordenada. Da igual cuánto tiempo hayas invertido, si hay objetos donde no deberían estar parecerá sucia.

Para evitar esta situación que da dolores de cabeza, afecta al día a día y a la rutina de un hogar, hay un truco muy fácil. Es una nueva manera de que puedas afrontar las tareas cotidianas sin tener que invertir uno o dos días en la limpieza integral de la casa.

Te hablamos de la regla de los dos minutos, un método para mantener el orden que cada vez se está introduciendo más en las rutinas de limpieza porque es muy útil y eficaz. Te permite llevar a cabo tareas simples que se eliminarán de la limpieza general que tienes que hacer cada cierto tiempo.

Son gestos muy sencillos que no te llevarán nada de tiempo y que te ayudarán a descansar los fines de semana, las horas después del trabajo, de las clases o tu tiempo de ocio en general. De hecho, cuando introduzcas la regla de los dos minutos en tu vida, no lo abandonarás.

La regla de los 2 minutos

La regla de los dos minutos se trata de que, si una labor lleva menos de dos minutos, tienes que hacerla al momento. Es un método por el que tardarás muy poco tiempo: te ayudará a no dejar las cosas para luego porque lo harás y te olvidarás de ello.

Además, puedes explicársela a todas las personas que viven en tu casa, familia, compañeros de piso, pareja... Y así todos contribuís al orden de la casa y facilitáis la vida a todos. Algunos ejemplos de tareas de limpieza que puedes hacer siguiendo esta regla de los dos minutos son:

  • Lavar un plato: para no tener el fregadero a rebosar.
  • Poner una lavadora: lleva poquísimo tiempo realizar esta tarea y además dejarás de acumular ropa sucia en el cesto.
  • Recoger el escritorio, la mesa del comedor, del salón...: así evitarás tener tantos papeles, servilletas y suciedad.
  • Colgar la ropa que has usado: en vez de tirarla en la silla, ponla a lavar, dóblala o cuélgala y evitarás tener un montón de ropa sucia que ya no sabes ni qué puedes volver a ponerte ni qué hay que poner a lavar.
  • Despejar el recibidor