Las culturas que han pasado por Mallorca han dejado su huella en la Serra de Tramuntana. Buena muestra de ello es el legado heredado de la época islámica, con las construcciones de 'pedra en sec' y el aprovechamiento del agua. La 'pedra en sec' consiste en utilizar las piedras del terreno para construir bancales, de manera que se aprovecha al máximo el espacio para cultivar en un terreno marcado por el desnivel. Caminos, barracas, acequias, puentes y edificaciones han sido construidos por esta técnica que evita el uso de cemento y que está en armonía con el entorno natural.

Desde hace 9 años, la Serra de Tramuntana está reconocida como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco gracias a la simbiosis, casi perfecta, entre la acción del ser humano con la naturaleza. En sus casi 90 kilómetros de distancia, vertebra el noroeste de la isla, integrando a 20 municipios de Mallorca.

Su belleza va unida a leyendas como la del Comte Mal, un personaje real que se convirtió en la adaptación mallorquina del Comte Arnau de Catalunya, de quien todavía hoy dicen que cabalga por sus antiguas posesiones de la Serra montado en un caballo como condena eterna por sus malas acciones.

Son muchos quienes se han enamorado de su singularidad, como el filósofo y erudito Ramon Llull, creador del monasterio de Miramar; el noble europeo Arxiduc Lluís Salvador, cuya memoria y legado están presentes entre los mallorquines; además músicos como Kevin Ayers o Frédéric Chopin, actores como Michael Douglas, escritores como Robert Graves, Agathe Christie y Gertrude Stein, entre muchos otros.

Un patrimonio sorprendente que comprende desde torres de defensa como la del Verger, en Banyalbufar, o la de Albercutx, en Pollença; a fincas y 'possessions' impresionantes, como Raixa y Alfàbia; además de fortificaciones medievales como la de Alaró, pueblos pintorescos como Fornalutx, Sóller, Valldemossa o Galilea, que se unen a un litoral único como la playa del Port des Canonge, la cala virgen de Llucalcari, o sa Calobra, uno de los paisajes más salvages de la Serra; sin olvidar el emblema espiritual de Mallorca: el Santuari de Lluc.