El tráfico marítimo es uno de los grandes agentes de contaminación del planeta y lo hace tanto por mar como por tierra y por aire. La Agencia Europea de Seguridad Marítima (EMSA) acaba de hacer público su informe de 2021 sobre el impacto medioambiental del tráfico de buques en Europa y los resultados son realmente desalentadores. Los vertidos al mar, las emisiones de gases a la atmósfera y la gran cantidad de basura que se lanza tanto al agua como a la tierra no dejan de crecer, al compás del aumento de las flotas.

Los grandes cargueros, petroleros, cruceros y otros buques que recorren los mares europeos lanzan al aire grandes cantidades de gases de efecto invernadero (el tráfico marítimo es el responsable del 13,5% de todas estas emisiones, siendo el primer responsable el tráfico rodado, con un 71%).  CO2, metano, sulfuros, óxidos de nitrógeno, micropartículas de carbono… un amplio repertorio sale por las chimeneas de los buques, ayudando decisivamente al calentamiento global.

Uno de estos contaminantes, los óxidos de azufre (que afectan al sistema respiratorio y causan lluvia ácida) han sido limitados en el Mar del Norte y el Mar Báltico desde 2015. Allí se creó una Zona de Control de Emisiones que obliga a los barcos a emitir muchísimo menos óxido de azufre. Resultado: en esos mares las concentraciones de SO2 han bajado espectacularmente desde entonces, entre un 20% y un 60% según la zona.

Sin embargo, el Mar Mediterráneo, que no tiene esa figura legal (aunque se viene reclamando desde distintos frentes), ha visto crecer las emisiones de azufre durante el mismo periodo.

Otro de los graves  problemas para el medio ambiente y para la salud humana son las emisiones de micropartículas de carbono (una especie de hollín causado por la combustión de los motores) que sale de las chimeneas. Esas micropartículas van a parar al sistema respiratorio de las personas y son especialmente dañinas para las personas que están en las cubiertas de los barcos o en los puertos.

Buques contenedores, graneleros y petroleros suman el 60% de todas las emisiones de estas partículas de carbono negro. Los cruceros, pese a constituir un bajo porcentaje de la flota total, son los que más emiten, con 10 toneladas por barco y año, frente a un petrolero, que emite 1,7 toneladas por barco y año.

Vertido de aguas sucias al mar

Ahora bien, pese a ser graves, las emisiones contaminantes a la atmósfera no son ni mucho menos, el único impacto de la navegación marítima mundial, según pone de manifiesto la EMSA. Los grandes buques lanzan al mar ingentes cantidades de agua sucia, contaminada, que causa daños en los ecosistemas marinos.

El informe que se ha hecho público hace unos días recuerda que los barcos lanzan al mar aguas residuales, oleaginosas, de sentina, de lastre, así como basura sólida (plásticos, envoltorios, desperdicios alimentarios, etc.)

Se da la circunstancia de que la ley (sobre todo el convenio MARPOL) que regula la gestión de residuos a bordo en todo el mundo permite a los barcos lanzar aguas sucias al mar, salvo determinados casos, siempre y cuando se respeten una serie de condiciones, referidas a distancia de la costa, fundamentalmente.

Las principales aguas sucias lanzadas al mar son las usadas en la limpieza de gases de escape. “Cuando se usan los mecanismos EGCS de lazo abierto, el agua usada en la limpieza de los gases de escape de los motores de los barcos es descargada en el mar. Esta agua puede contener metales pesados e hidrocarburos aromáticos que pueden ser peligrosos para los organismos marinos”, afirma el informe de la EMSA.

En los últimos años, el aumento de este tipo de descargas, sobre todo en los barcos cargueros de vehículos, es sustancial desde 2015 tras la introducción de las limitaciones a las emisiones de azufre en las Zonas de Control de Emisiones del norte de Europa.

Este tipo de aguas sucias provenientes de la limpieza de gases de escape representa el 77% de todas las aguas contaminadas que se lanzan al mar desde los grandes barcos, señala la EMSA. Otro 16% corresponden a aguas grises y el resto se reparte entre aguas de sentina, oleaginosas o de lastre.

Otra fuente de contaminación marina lo constituyen los productos antiincrustantes con que se pintan los casos de los barcos para su mantenimiento. Esas sustancias contiene biocidas peligrosos para los ecosistemas y, cuanto más tamaño tiene el buque, más cantidad de dichos biocidas se desprenden al medio marino, señala el informe.

Dado que la tendencia actual es a barcos cada vez mayores, el problema se va agravando. Los antiincrustantes contienen cobre y zinc, que queda depositado en el fondo marino o puede ir a parar a las diferentes especies.

La basura que ‘desaparece’ en el mar

Y, aparte de todo ello, está la basura tradicional generada a bordo. Se trata de todo tipo de residuos, pero sobre todo plásticos y microplásticos. El informe recuerda que en los océanos del mundo hay actualmente 150 millones de toneladas de plástico depositadas, a las que cada año se añaden entre 4,6 y 12,7 millones de toneladas más.

El problema de los barcos es que no toda la basura puede tratarse a bordo. A modo de ejemplo, se recuerda que es relativamente fácil compactar papel y cartón, pero no así plástico.

Los aceites, las aguas residuales y la basura, por ley, deben descargarse en instalaciones específicas de los puertos. Y, sin embargo, hay un desfase entre las cantidades generadas y las cantidades entregadas en puerto. En concreto, según el informe, al cabo del año se generan 434.000 toneladas de residuos sólidos en los barcos que deben ser entregados en puerto, pero la cantidad realmente entregada varía entre las 286.000 toneladas y las 404.000, es decir, hay entre un 7% y un 34% de la basura generada que no se sabe adónde ha ido a parar.

Lo mismo sucede con un 10% de las aguas residuales, que no han sido depositadas en puerto, si bien MARPOL permite en determinadas circunstancias verterlas en alta mar.

Y lo mismo pasa con un 2,5% de las aguas oleaginosas generadas a bordo, que deberían haber sido descargadas en puerto y, en cambio, no se sabe dónde se han descargado.

1.382 contenedores se pierden en el mar cada año

Pero no solo se tira basura y aguas sucias al mar. De forma accidental, se pierden todos los años grandes cantidades de contenedores que caen de la cubierta de los buques y van a parar al fondo del mar, con todo su contenido, sea éste cual sea.

El informe recuerda que el tráfico mundial de contenedores ha pasado de 487 millones de unidades en 2006 a 793 millones en 2018, un crecimiento espectacular. Pues bien, entre 2008 y 2019 se perdieron cada año una media de 1.382 contenedores. A modo de ejemplo, en 2019 el buque MSC Zoe perdió nada menos que 342 contenedores en aguas alemanas.

Más impactos: es conocido el ruido submarino que causan los grandes buques, lo cual altera la vida de los cetáceos y otras especies, que se comunican mediante frecuencias a menudo perturbadas por el ruido de los barcos. No es un problema menor, porque de esta comunicación depende la propia alimentación de estas especies. Las colisiones de los grandes barcos con cachalotes, rorcuales y otros grandes cetáceos sigue siendo un problema, añade el informe.

Pero, además, con el vaciado en alta mar de las aguas de lastre (que se usan para la maniobrabilidad y estabilidad del barco), a menudo se liberan también, involutariamente, especies invasoras. Estos peces o algas han sido recogidos tal vez en un mar diferente junto con el agua introducida en las bodegas del barco y luego se sueltan en otro.

El mar europeo más afectado por esta liberación de especies exóticas es el Mediterráneo, con 40 especies no nativas detectadas en los últimos años, frente a las 10 del Báltico, las 27 del Mar del Norte y las siete del área del Mar Negro.

Informe íntegro (en inglés): http://emsa.europa.eu/emter.html

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