El Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (MITECO) ha iniciado esta semana los trabajos de batimetría (estudio topográfico de las zonas cubiertas por aguas marinas o continentales) y la toma de muestras de sedimentos que se llevará a cabo en el curso bajo del río Ebro. El objetivo es conocer mejor el tránsito sedimentario del río y el papel que desempeña en el funcionamiento del Delta. El Ministerio destinará más de un millón de euros a la ejecución de trabajos de cartografía para establecer los mejores mecanismos de estudio de sedimentos.

El Delta del Ebro es una de las zonas húmedas de España que más sufre la presión por la entrada del mar y la consiguiente salinización de las aguas. Esta fue una de las razones por la que el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero desestimó el proyecto del travase de aguas hacia la Comunidad Valenciana, Murcia y Almería, que preveía captar mil hectómetros cúbicos en la desembocadura. Al final se ha demostrado que, pese a esa medida de protección, muy polémica en su día, el problema continúa.

Los técnicos han comenzado los trabajos por la zona de Amposta y seguirán realizando estas tareas durante los próximos cinco meses. Simultáneamente, empezarán los trabajos para el estudio de la dinámica de sedimentos en el tramo bajo del río Ebro, que consistirán en realizar un reconocimiento batimétrico y un estudio sedimentológico de los embalses de Ciurana, Margalef y Guiamets, con una duración estimada de cuatro meses. También se realizará una caracterización de los cauces y sedimentos de los ríos Ciurana, Montsant y Asmat, situados aguas abajo de los embalses anteriormente citados. Estos trabajos se realizarán durante los próximos tres meses.

En la segunda fase se realizará la batimetría del embalse de Mequinenza y caracterización de sedimentos de los embalses de Mequinenza y Ribarroja. Dentro de este mismo marco, la Confederación Hidrográfica del Ebro, en colaboración con el Instituto Geográfico Nacional, está realizando una nivelación topográfica de alta precisión para avanzar en la cuantificación del proceso de subsidencia del Delta del Ebro. Este fenómeno, consistente en el hundimiento del terreno, es uno de los principales problemas de este paraje.

La salinización de los suelos ya afecta a un 20% de las superficies cultivadas del planeta, alertan investigadores del Instituto de Investigación y Tecnología Agroalimentaria (IRTA), y hacen un llamamiento a las instituciones para que se fijen como prioridad mitigar esta degradación. Los investigadores del IRTA, que tiene su sede en Caldes de Montbui (Barcelona), han desarrollado una metodología pionera para incluir el impacto de la salinización del suelo en el análisis del ciclo de vida de la producción de alimentos, según recoge el Blog Comunidad ISM.

La investigadora del IRTA Montse Núñez, que ha publicado la nueva metodología en la revista ‘Enviromnmental Science & Technology’, explica que, por ejemplo, los campos de arroz del delta del Ebro, que producen cada año alrededor de 90.000 toneladas de este cereal, está experimentando una fuerte salinización que pone en riesgo las cosechas.

La causa es el cambio climático y la subsidencia, que hace que el Delta del Ebro se hunda un promedio de tres milímetros al año, lo que favorece que el mar avance, invada el subsuelo y salinice aún más la capa freática.

«El del Delta no es un caso aislado. A medida que aumenta el nivel del mar en todo el planeta, las zonas costeras se inundan cada vez más por agua salada que penetra en suelos y subsuelos», advierte la investigadora.

Según Núñez, la lluvia puede ayudar a disipar las sales, pero olas de calor y las sequías, cada vez más frecuentes, fuerzan a usar más las capas freáticas para obtener agua dulce para beber y para regar, lo que provoca elevar aún más la salinización del terreno.

La autora advierte que esta degradación, agudizada por el cambio climático, provocará una pérdida de productividad y amenaza el sostenimiento económico de agricultores y el mantenimiento del mundo rural.

El Parque Natural del Delta del Ebro es un espacio natural protegido español situado en la desembocadura del río Ebro, en la provincia de Tarragona, Cataluña, entre las comarcas del Bajo Ebro y del Montsiá.

Fue declarado parque natura 1983 y ampliado en 1986. Actualmente cuenta con una extensión de 7736 ha (3979 ha en el hemidelta derecho y 3757 ha en el izquierdo). Es zona ZEPA, espacio del Convenio de Ramsar y forma parte de la reserva de la biosfera.

El río Ebro, el más caudaloso de España es el principal responsable de este entorno, aportando los materiales arrancados de su cabecera para depositarlos aquí, en la conjunción con el Mediterráneo. Los sedimentos son por lo tanto, materiales provenientes de los Pirineos, el sistema ibérico y la cordillera Cantábrica, lugares de donde nace el río. La cantidad de materiales sedimentados han creado una superficie de más de 320 km², en la que se han formado numerosos hábitats. La actual forma del Delta es una «flecha» perfectamente dibujada que penetra cerca.

Te puede interesar: Delta del Ebro: Madrid prepara expropiaciones ante la subida del mar

Te puede interesar: Plan para asegurar la conservación del Delta del Ebro