Por: B. Oliva, A. Moreno, J. López y M. Bartolomé (*)

El hielo de los glaciares de montaña está disminuyendo considerablemente, tanto en los Pirineos como en otras cadenas montañosas del mundo como los Alpes, el Himalaya o los Andes. Se aprecia visualmente cuando se comparan fotografías de estos glaciares realizadas a principios del siglo XX con las de la actualidad.

Se ha detectado que 33 de lo 52 glaciares que había en el Pirineo en 1850 (al final de la Pequeña Edad del Hielo) han desaparecido, y 20 de ellos lo han hecho a partir de 1984.

El retroceso de los glaciares

Sabemos que el retroceso del hielo se está viendo acelerado por el calentamiento global y, además, se puede cuantificar. Gracias a los estudios con tecnología láser, se han podido valorar las pérdidas de hielo glaciar en los últimos años.

Para el glaciar de Monte Perdido en el Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido (Huesca), dicha pérdida se ha calculado en alrededor de 1 metro al año en el periodo de 2011 a 2017. El espesor de hielo, detectado a partir de perfiles de georradar, es menor de 30 m, lo que indica que en pocas décadas probablemente habrá desaparecido. Un final semejante espera al resto de los glaciares del Pirineo.

El retroceso o la desaparición de los glaciares no es, sin embargo, un hecho aislado de nuestros días. A lo largo de la historia de la Tierra se han registrado muchas otras etapas de calentamiento y de enfriamiento, sin que estas hayan tenido un origen antrópico. También condujeron a la formación o fusión de glaciares en el marco de los ciclos glaciares e interglaciares del Cuaternario.

La larga vida de un glaciar

Para contextualizar el calentamiento actual y poder valorar su intensidad y rapidez necesitamos no solo conocer la evolución reciente del volumen de hielo, sino también saber su edad y su desarrollo a lo largo del tiempo.

En un reciente proyecto de investigación, EXPLORA PaleoICE, hemos indagado sobre la evolución del glaciar de Monte Perdido en los últimos 2000 años y nos hemos preguntado si persistió en otros periodos de calentamiento anteriores. De ser así, podríamos establecer la excepcionalidad del calentamiento de nuestros días en un contexto temporal más amplio del que nos permiten los registros instrumentales meteorológicos.

Datar el hielo de un glaciar no es fácil porque se acumulan escasos restos orgánicos en esos ambientes con limitada actividad biológica. Pero cuando se consigue, los resultados nos permiten conocer la evolución de esa masa de hielo a lo largo del tiempo.

En el glaciar de Monte Perdido hemos analizado hielo de los últimos 2000 años. Esto nos indica que, al menos desde la época romana, un glaciar coronaba las cimas del actual Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido.

A lo largo de los últimos dos milenios se han sucedido diversos periodos con variaciones de temperatura significativas, siglos más cálidos como durante la Anomalía Climática Medieval (entre los años 900 y 1300 de nuestro calendario) y otros más fríos, como en la Pequeña Edad del Hielo (entre los años 1400 y 1850) que se asocian con variaciones en la radiación recibida del sol.

Grandes pérdidas de hielo en el último siglo

Ahora sabemos que el glaciar de Monte Perdido no desapareció durante el periodo cálido de la Anomalía Climática Medieval, aunque sí experimentó un importante periodo de fusión.

Por otro lado, la datación del hielo refleja que el glaciar ha perdido en el último siglo el hielo acumulado en los últimos 600 años. Es decir, prácticamente se ha fundido en los últimos cien años todo el hielo correspondiente al periodo de la Pequeña Edad del Hielo.

Además, los análisis geoquímicos de elementos ligados a la actividad humana (como por ejemplo el hollín, el mercurio o el plomo) han confirmado esta pérdida de hielo reciente. Dichos indicadores, que aparecen en cantidades muy elevadas en la atmósfera de nuestros días, se encuentran en valores muy inferiores a los esperables en la parte superior de la secuencia de hielo.

Comparando la situación actual del glaciar de Monte Perdido con la que tuvo en otros periodos cálidos anteriores, como el Periodo Romano o la Anomalía Climática Medieval, hemos podido concluir que ahora está mucho más reducido en extensión y volumen.

Además, la tasa de pérdida de hielo actual es definitivamente más rápida que la ocurrida en los cuatro siglos de la anomalía climática medieval. Esto sugiere que el calentamiento actual es más acelerado y más intenso que el registrado en otros periodos de los últimos 2000 años.

Con las condiciones climáticas actuales, es razonable esperar la desaparición de este glaciar, así como la de otros glaciares pirenaicos y de otras montañas del sur de Europa en las próximas décadas.

(*) Autores:

Belén Oliva Urcia. Geóloga, profesora en Ciencias Ambientales, Universidad Autónoma de Madrid

Ana Moreno Caballud. Científico Titular, Grupo Paleoambientes Cuaternarios, Instituto Pirenaico de Ecología (IPE-CSIC)

Jerónimo López Martínez. Profesor de Geología, Universidad Autónoma de Madrid

Miguel Bartolomé. Postdoct in Quaternary Sciences, Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN-CSIC)

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