Como resultado de la actividad humana (agricultura, industria y vertidos de depuradoras, sobre todo), los ecosistemas acuáticos europeos tienen cada vez más contaminantes. En el caso de España, por ejemplo, se ha detectado una significativa presencia de medicamentos antiinflamatorios, como el ibuprofeno, en ríos y lagos. Así lo describe un estudio científico que ha analizado más de 350 sustancias contaminantes en las masas de agua superficiales en 31 países europeos.

Un equipo científico de la Universidad de Landau (Alemania) ha realizado un profundo estudio del ingente banco de datos existente sobre el estado de las aguas superficiales en Europa (ocho millones de mediciones de 352 contaminantes en 31 países durante los últimos 15 años) para averiguar cuál es el estado de los ríos, lagos y embalses en esta parte del planeta.

“Hemos analizado todos estos millones de mediciones de la calidad del agua para detallar la existencia de contaminantes orgánicos en toda Europa y hemos evaluado los riesgos que se ciernen sobre los entornos de agua dulce”, ha afirmado el autor principal del estudio, Jakob Wolfram, científico del Instituto de Ciencias Ambientales de Landau.

De este extenso análisis se pudo concluir que cada vez hay más contaminantes orgánicos, químicos industriales, pesticidas y productos farmacéuticos, en las aguas superficiales (ríos, lagos, embalses…). En realidad, sólo una tercera parte de todas las masas hídricas estudiadas no estuvieron afectados por contaminantes orgánicos en un año determinado.

Sin embargo, los autores consideran que la situación puede ser aún más grave, porque en muchos casos no se ha realizado una adecuada monitorización de la situación, por lo que “en muchos países la verdadera exposición a contaminantes orgánicos permanece gravemente subestimada hasta que mejoren los esfuerzos de monitoreo”, señaló Wolfram.

Los plaguicidas, la mayor amenaza

Los plaguicidas siguen siendo la sustancia que más afecta negativamente a las aguas dulces europeas y están detrás del 85% de los casos en que se rebasan los umbrales aconsejados para el medio ambiente. “Es un problema generalizado en toda Europa”, señala el informe, que muestra especial preocupación por este hecho.

“Se necesitan con urgencia estrategias continuas de reducción y gestión de riesgos para evitar el transporte posterior de plaguicidas a sistemas acuáticos”, afirma. E incluso “pueden ser necesarios cambios de política más ambiciosos e incluso que modifiquen el paradigma para frenar significativamente los riesgos de los plaguicidas acuáticos, dado su impacto dominante en la calidad del agua a escala continental”.

También piden especial atención a los insecticidas, sobre todo en el caso de los piretroides, que son “extremadamente escurridizos (para su detección), pero biológicamente activos”.

Las masas de agua que se encuentran en zonas dominadas por la agricultura experimentan la mayor contaminación. En el 35% de esos sitios se superó el umbral ecológico en un año determinado, lo que hizo que el 38% de sus aguas sufrieran daños ecológicos.

Según los autores, los ecosistemas de agua dulce siguen el peligro en Europa, especialmente para los peces, insectos y crustáceos acuáticos. Jakob Wolfram afirma: “Nuestros resultados indican que, a pesar del esfuerzo realizado por la Directiva Marco del Agua de la UE, se necesita intensificar el trabajo para frenar la contaminación de las aguas dulces”.

De los 238 contaminantes con más de cinco años de datos disponibles para su análisis, la mayor parte (173) no han variado sustancialmente en los últimos años, ni a mejor ni a peor. Pero llama la atención que, de esa cantidad, hay 58 sustancias que presentaron una tendencia “significativamente creciente”, señala el estudio, y solo siete tienen una evolución “significativamente decreciente”.

La detección de sustancias plastificantes en los sistemas acuáticos “se explicaría por su introducción a través de la eliminación de aguas residuales o la lixiviación indirecta”.

Los productos farmacéuticos solo fueron monitoreados en los últimos años, desde 2010, pero fueron detectados con gran frecuencia, en concreto, en el 58,3% de las muestras tomadas, un índice “mucho más alto que el de cualquier otra clase química actualmente monitoreada”.

Antiinflamatorios en los ríos, también en España

Destaca, por ejemplo, la detección habitual de diclofenaco e ibuprofeno, que se detectaron más del 90% de las mediciones hechas en las cuencas fluviales del norte de Alemania, “lo que sugiere que los productos farmacéuticos de alto uso pueden estar presentes regularmente en cuencas de influencia antropogénica, ya que entran en las aguas superficiales a través de los emisarios de las plantas de tratamiento de aguas residuales (EDAR)”.

“Además, un reciente estudio descubrió que 69 productos farmacéuticos (sobre todo medicamentos antiinflamatorios) están presentes regularmente en los ríos españoles”, agrega el citado estudio.

En los ríos españoles analizados, los medicamentos más frecuentemente detectados fueron los antiinflamatorios no esteroideos (como es el ibuprofeno), seguidos del fármaco anticonvulsivo carbamazepina y varios antibióticos.

Dado que algunos de estos medicamentos tienen efectos perjudiciales en los sistemas acuáticos, los autores creen “fundamental un seguimiento continuo de estas sustancias”.

Sin embargo, los principales riesgos ecológicos “agudos” los representan sobre todo los insecticidas, herbicidas y productos químicos industriales, mientras que todas las demás clases de productos químicos son menos problemáticos.

Al comentar qué organismos de los ecosistemas son los más afectados por regiones, el estudio indica que las áreas costeras de España (Cataluña o Andalucía, por ejemplo) presentan un elevado grado de presión tóxica sobre los invertebrados. Se trata de regiones intensamente dominadas por huertos, cultivos de cítricos, viñedos y olivares.

Estos usos de la tierra requieren un uso considerable de insecticida para combatir la mosca de la fruta y otras plagas.

Artículo de referencia: DOI: 10.1016/j.envint.2021.106479

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