Desde hace décadas se viene advirtiendo del peligro que supone el aumento del nivel del mar para los atolones de coral. Las previsiones más realistas los veían condenados a la desaparición al quedar sumergidos bajo las aguas del océano. Pero estas pequeñas islas están resistiendo. ¡Se están agrandando ligeramente cada año!

La mayoría de estas pequeñas islas no alcanza una altura mayor a dos metros, y la desaparición a la que parecen abocadas supondría una gran pérdida de biodiversidad y condenaría a cientos de miles de personas a abandonar sus hogares y su sistema de subsistencia.

Pero aunque el nivel del mar sí que está subiendo, y se ha elevado una media de 8 centímetros desde principios de 1990, estas islas han ‘reaccionado’ aumentado su tamaño. Y lo han hecho gracias a los corales que las rodean.

Islas paradisíacas como Maldivas, Marshall…

Los atolones son un tipo especial de islas que se forman gracias a los corales. Conforme los arrecifes de coral crecen, crean también una gran cantidad de sedimento que se va acumulando en ciertos lugares guiado por las olas y corrientes. Y ese sedimento es el que crea estas islas, algunas de las cuales llevan habitadas desde poco después de su formación, hace más de 2.000 años.

La presencia humana es tal que hoy en día hay países formados en su práctica totalidad por atolones, como las Maldivas, Tuvalu o las Islas Marshall. Por eso numerosos estudios se han enfocado en determinar cuál sería el futuro de estas islas y, en consecuencia, el de todos sus habitantes.

Una investigación llevada a cabo en el atolón Jeh, en las Islas Marshall, ha determinado que desde 1943 a 2015 el atolón ha incrementado su tamaño de 2,02km2 a 2,28km2. Un poco más que el tamaño de una pista de tenis.

Además, analizando la edad de los sedimentos que se encontraban en la isla se ha podido determinar que el crecimiento es debido a que los corales están aportando sedimento activamente. Los investigadores han demostrado que los corales son capaces de aportar más cantidad de sedimento a las islas de lo que roba el mar, por lo que se da un crecimiento neto.

Una gran noticia que ofrece un rayo de esperanza a esos países oceánicos y a todas las personas que los habitan.

Aumentan de tamaño, pero…

Claro que la realidad es más compleja y tiene sus sombras y preocupaciones. Porque el mar, encargado de transportar los sedimentos de los corales para que la isla crezca, también erosiona las costas a través de las olas y mareas.

Por eso existe un fundado temor de que esta situación sea solo momentánea. Hay dos hechos que ya están ocurriendo y que nos deberían preocupar ya que pueden revertir la situación relativamente rápido.

El primero es la aceleración en la subida del nivel del mar. Cada año que pasa la velocidad con la que el nivel del mar se incrementa es mayor, por lo que la erosión que hace sobre las islas también lo es.

El calentamiento global provoca el deshielo de los polos y algunas previsiones dicen que, en el mejor de los escenarios, a finales de siglo el nivel del mar podría llegar a ser hasta 60cm más alto que en la actualidad. Sin embargo, las mediciones de 2020 indican que vamos más bien por el camino del peor escenario.

A su vez, el cambio climático aumenta el número e intensidad de tifones y ciclones, lo que contribuye fuertemente a la erosión de estas islas.

Por lo tanto, existe la posibilidad real de que no estemos muy lejos de alcanzar el punto donde la erosión sea mayor que todos los sedimentos que puedan aportar los corales.

La salud de los corales

La otra gran preocupación es la salud de los corales. Los corales son animales que viven en simbiosis con algas. Existe entre ellos una estrecha relación en la que el coral recibe alimento y las algas tienen un lugar donde crecer. Y mientras la simbiosis continúe, el arrecife crece y puede continuar aportando sedimentos.

Pero el aumento de la temperatura del agua causado por el calentamiento global provoca el blanqueamiento de los corales. Y entonces las algas se separan y los corales ya no pueden mantener una correcta alimentación.

Si es algo temporal y la situación se revierte, los corales recuperan su color normal y continúan con su vida. Pero si se mantiene por un periodo demasiado largo u ocurre con mucha frecuencia, los corales mueren.

El blanqueamiento, además, baja las defensas de los corales haciéndolos mucho más susceptibles a otros problemas derivados del cambio global, como son la contaminación de las aguas y la acidificación.

Si los corales que alimentan a los atolones murieran, el atolón aumentaría de tamaño durante el tiempo que tardan en desintegrarse sus esqueletos. Pero una vez hayan desaparecido completamente, los atolones estarán a merced de la erosión del océano.

Ejemplo de relación entre humanos y medio ambiente

La relación entre humanos, seres vivos y el planeta en conjunto se hace palpable en este ejemplo que acabamos de ver de los atolones.

En un primer momento el crecimiento de los corales creó estas islas que poco después sirvieron de hogar para cientos de miles de personas (además de muchísimas otras especies de gran valor ecológico).

Ahora, el cambio climático provocado por las actividades humanas pone en serio peligro a los corales y, consecuentemente, a naciones enteras.

Es un ejemplo de cómo el daño al planeta causa una cascada de consecuencias donde los humanos también nos vemos afectados.

Por último, hay que destacar que esta investigación atañe solo a los atolones de coral. Y aunque hasta el momento no se ha probado en otros lugares, es muy posible que tal vez los manglares, presentes en muchas costas tropicales y ecuatoriales, ofrezcan una protección similar a la de los corales.

El resto de costa del mundo, incluida toda la costa de España, seguirá erosionándose rápidamente conforme aumenta el nivel del mar.