"Encuentro la televisión muy educativa. Cada vez que alguien la enciende me retiro a otra habitación y abro un libro". Lo dijo Groucho Marx, y eso que nunca tuvo la suerte de sufragar IB3 con sus propios impuestos, como es nuestro caso. El precursor y célebre cómico también aseguró que "humor es, posiblemente, una palabra", sentencia que seguramente suscribirá quien hoy hace de jefe de la televisión pública autonómica balear, que para escarnio del periodismo y de los contribuyentes trabaja por ende a tiempo parcial como conseller de la Presidencia. Bajo los auspicios de Antonio Gómez, de profesión técnico forestal, ha desaparecido el espacio de sátira política Can Bum!, uno de los que mejor audiencia cosechaba en la cadena. O sea, que ha practicado un cortafuegos a la medida de sus verdaderos intereses. El que se quiera echar unas risas no tendrá más remedio que volver a ver la obra completa de Xesc Forteza rodada en súper 8 y emitida por decimonovena vez. Así está la cosa. Los políticos populares que se morían por acudir como invitados al programa donde se les daba una caña dulce e inteligente ahora prefieren que nos riamos de otros. O de nosotros mismos, que pagamos una pasta inmensa por disfrutar de S´ha escrit un crim y de Rex, guau. Ni una serie del siglo XXI en el canal, no sea que nos reconozcamos. Siempre nos quedará Polònia, que los gestores catalanes muestran mayor capacidad de encaje que sus colegas isleños.

También disponemos de Youtube, donde he vuelto a ver el capítulo El bueno, el feo y Bauzá de Can Bum! para constatar que el president se tronchaba de forma espontánea al escuchar a su clon y al de José María Rodríguez en una taberna del oeste americano. ¿A dónde ha ido a parar ese gracejo? Ah, el peso de la púrpura. El líder del PP se ha pasado al monologuismo monotemático, y con el mismo argumento (la falta de dinero) se despacha el programa crítico de la tele y calma los ánimos de los centenares de personas con discapacidad que el martes le reclamaban el pago de las ayudas que sostienen los centros donde viven y trabajan. "Seréis los primeros en cobrar cuando haya dinero", les respondía. Me recordó a Homer Simpson y su máxima: "Hay tres tipos de personas: los que saben contar y los que no", pues, en efecto, mientras los dependientes no reciben la parte que les corresponde sí lo hace el director de la oficina Baleares Europa, el de la fundación Baleares Sostenible y el asesor de Educación, antaño presidente del Parlament. Algo de dinero hay, pero se llevan las bromas pesadas.

Me da pena por los compañeros actores y periodistas de Can Bum! que habían levantado de la nada un estupendo espacio de actualidad y risa, y logrado con esfuerzo perfilar la mar de bien sus personajes, cosa difícil. A la espera de que un día la televisión autonómica tenga al frente a un periodista televisivo que reclame su servicio profesional para la comunidad, tal vez encuentren un empleo como dobles perfectos de los tipos a los que imitan (y en ocasiones mejoran). Así José Ramón Bauzá podría asistir encantado a una parada militar y una procesión al mismo tiempo, el clon de nuevo cuño de Mateo Isern visitaría la periferia de Palma mientras el real se queda a buen recaudo en Jaume III, y el sustituto de Francesc Antich rularía por Madrid mientras el auténtico duerme la siesta debajo de una higuera en Algaida.