Con sus colores fríos y sus figuras esqueléticas, Vann Nath había conseguido el reconocimiento internacional por representar con gran realismo las torturas y las duras condiciones de vida en Camboya durante el régimen del Jemer Rojo (1975-1979), en el que murieron cerca de dos millones de personas.

Sus grandes cuadros, que todavía cuelgan de las paredes del S-21, la prisión en Phnom Penh donde estuvo recluido un año, muestran escenas lúgubres de hombres azotados, oscuros interrogatorios y madres que luchan por que no les arranquen a sus hijos de entre sus brazos.

Vann Nath nació en 1946 en una familia pobre en la provincia de Battambang, al norte de Camboya, y desde joven estudió dibujo y pintura, a pesar de sus escasos recursos.

Tras la caída del país en manos de los jemeres rojos, tuvo que abandonar sus pinturas porque el nuevo régimen castigaba con la muerte a artistas e intelectuales y fue enviado, como el resto de sus compatriotas, a trabajar en el campo.

En 1978, la policía política lo detuvo y lo recluyó en la principal prisión del régimen, el S-21, donde su director, Kaing Guek Eav o Duch, su nombre revolucionario, se interesó por sus habilidades artísticas y le encargó pintar un retrato de Pol Pot, el hermano número uno del régimen.

Duch apreció el trabajo realizado por el artista y puso una anotación personal al lado del nombre de Vann Nath: "Conservar al pintor".

"Nos alargaban la vida si les gustaban los cuadros que pintábamos. Pintar era nuestra única esperanza de seguir vivos", asegura Bou Meng, otro de los supervivientes de la tétrica prisión y que tampoco fue asesinado gracias a su arte.

Entre 14.000 y 16.000 personas pasaron por S-21 y casi todas murieron en los interrogatorios y las ejecuciones.

Vann Nath, Bou Meng y otros cinco supervivientes en S-21 tuvieron que esperar a que el ejército vietnamita entrase en Phnom Penh, a principios de 1979.

Poco después, este centro fue convertido en un museo y Vann Nath pudo usar sus pinceles para reflejar fielmente lo padecido entre aquellas paredes.

"La experiencia de Vann Nath dentro de aquella cárcel fue tan intensa que marcó toda su obra posterior e incluso en obras que no están dedicadas exclusivamente al tema de los jemeres rojos tienen cierto simbolismo relacionado", asegura el artista Sopheap Pich, quien ha trabajado intensamente con él durante los últimos años.