Tras un mes de conflicto en Libia, al espectador avezado todavía le cuesta distinguir a las tropas leales a Gadafi de los insurgentes, porque la deplorable indumentaria casual impide un seguimiento en condiciones de las guerras contemporáneas. Se ha de fijar la atención unos segundos, antes de reconocer al bando que ilustra las fotografías o reportajes televisados. Sin embargo, un caza que vuela a mil kilómetros por hora –o un barco a millas de la costa– identifica de inmediato a los libios buenos y malos, selecciona entre los segundos a los armados y los bombardea quirúrgicamente, dejando indemnes a los primeros. Si subsisten dudas, se aplica un mandato de la convención de Ginebra aplicado a los cátaros: "Mátalos a todos, que Dios ya distinguirá a los suyos". Alá, en el caso que nos ocupa.

En una concentración humana indiscernible en Libia, uno de los congregados gira alrededor de un blindado con la camiseta negra del segundo equipaje del Real Madrid. A la espalda luce el número 23 y, en letras que puede leer el piloto de un caza, el nombre de OZIL. ¿Es un buen libio o un mal libio? La respuesta variará según que la formule el barcelonista Zapatero –para quien la resolución 1973 del Consejo de Seguridad es clarísima sobre el castigo a infligir a madridistas– o Florentino Pérez, emocionado ante la apertura de mercados insólitos. Por desgracia, cabe la hipótesis de que la prenda sea una falsificación.

¿En qué pensó el ciudadano libio al enfundarse la camiseta de Ozil? Tal vez en que su fe futbolística le garantizaba la invulnerabilidad, y que la armadura del astro turcoalemán frenaría las balas de los kalashnikovs. En todo caso, su pasión demuestra que comparte fervores inocuos con el vecindario más próximo. A falta de saber si debería absolverse a un partidario de Gadafi vestido con la elástica de Messi, este criterio de confrontación compite en arbitrariedad con el seguido por Occidente. El maniqueísmo bélico obliga a creer que las bombas inteligentes sólo golpean a los villanos. O que no vale la pena andarse con distingos.