Empiezo cada semana implorando que ocurran las noticias suficientes para que esta sección peque de memorable. Por fortuna, la actualidad no se está quieta, así que Jaume Font se despide de ustedes, dejando el camino expedito para que UM naufrague a solas y Mio Cid Bauzá se proclame delegado del Gobierno de Madrid en el Consolat. Por primera vez en mi vida, Antich me parece brillante frente a Gabriel Torrens en Cope. En cuanto al inevitable José María Rodríguez, me hace saber que él no usa Rolex de Relojería Alemana, sino la marca de Piña Grau.

A diferencia de Font, sigue vivo el fantasma de la ópera, aunque Can Wágner de los hermanos Calatrava es más falso que el piano de Chopin. Dado que James Matas regresa el martes a las portadas, y que los interrogatorios judiciales suelen enredarse en el articulado de la Ley de Contratos, una pregunta sutil resolvería la farsa. "¿A cuántas funciones de ópera ha asistido usted, señor Matas?" Se puede redondear con "Dígame el título de diez óperas", y "¿Cuál es la diferencia entre un barítono y un lateral derecho?"

Estamos presuponiendo que Matas pronuncie una verdad, por lo que reformaremos la pregunta en ¿cuántos mallorquines han visto a Matas en una ópera?, o ¿cuántos CD/DVD operísticos se hallaron en el registro de su palacete? Ampliando el círculo, ¿a cuántos conciertos de música clásica ha asistido el ex president?, ¿cuántos nativos se lo han cruzado en una obra de teatro no impuesta por su cargo?, ¿y en un cine? No nos adentraremos en la literatura.

El único contacto de Matas con el bel canto es que su partido se convirtió en los Soprano. Por tanto, y dado que el ex president sabe tanto de arquitectura como de ópera, es la persona ideal para negociar en secreto con el "único arquitecto" capaz de construir un teatro de la especialidad. En realidad, hay decenas de profesionales que han levantado las opera houses que proliferan por el planeta, sin cargar 200 millones de pesetas a sus clientes por maquetas ridículas.

¿Por qué el melómano Matas se reúne a solas con un arquitecto con gabinete en Suiza, para llegar a un acuerdo cuyos detalles sólo ellos conocen? Sorprende la soledad negociadora, sin el asesoramiento de ningún experto. Una casualidad, del mismo modo que no figuraba una sola mujer en la expedición al Rasputín moscovita capitaneada por el expresident bajo fianza. De hecho, en los trámites subsiguientes tampoco interviene nadie con nociones operísticas.

La ópera de Calatrava demuestra que los técnicos del Govern mienten por obediencia. La maqueta debería ser vendida a Berlusconi. Sería un excelente palacio para su harén de bunga bunga, dado que ni Mubarak aceptaría ese adefesio como mausoleo. Aunque Matas se bautiza inocente, y sólo por si acaso, urge que la causa sea enviada al Tribunal Superior donde ejerce la magistrada Felisa Vidal. Su jefa de servicios jurídicos en el Govern también aparece con nombre y apellidos en el escrito de la fiscalía. La justicia es ciega, entre otras cosas, la injusticia triunfa por su clarividencia.

La cultura mallorquina está en manos de Joan Font, el distinguido melómano que dormitaba escuchando a Eduard Punset porque no tenía nada que aprender de Neurobiología. Esta semana se ha superado a sí mismo, al "felicitar sinceramente a los dos creadores mallorquines" galardonados con un Goya, y que serían Agustí Villaronga y Rodrigo Cortés –orensano afincado en Salamanca, sin vínculos con la isla–. He compartido una intensa cena vallisoletana con el director de Buried, una de las mentes más afiladas de España, y confiemos en que el disparate no llegue a sus sarcásticas neuronas. Un motivo más para abogar por la supresión del Consell Inmobiliario, antes de que su fenómeno cultural nos monte una ópera.

En un caso que nos tocó de cerca, el penúltimo coronel de la Guardia Civil en Balears fue destituido fulminantemente y acabó con una condena del Supremo. El mal no fue sajado, y la guerra interna se recrudece ahora mismo en el seno de la Comandancia de Palma. Con ecos de Túnez y El Cairo, la rebelión contra un jefe se traslada a los foros de internet, en ebullición con el fuego graneado de infracciones urbanísticas. Ya ha habido gritos y tensión en la cúpula. Por cierto, ¿qué sorpresas ofrecería la lista de beneméritos beneficiarios de títulos falsos de patrón de embarcación de recreo, detectados en Balears? Qué tiempos, en que el poder debe justificar sus atropellos.

A partir de las dos mil entrevistas, pocos entrevistados dejan huella. La nutritiva conversación con Santi Santamaría fue la excepción. En medio de su conflagración con Ferran Adrià –"le pegué una patada a un icono de la cocina"–, andaba escarmentado –"no calculé el poder mediático del lobby molecular"– y preocupado con franqueza por la crisis –"ayer, dos mesas en nuestro restaurante de Madrid"–, pero feliz por haber democratizado la cocina –"a nadie le da hoy miedo entrar en un restaurante"–.

Visitaría antes un McDonald´s que un Michelin, pero me rindió la descarnada interpretación que hacía el cocinero catalán de su obesidad. "Soy un enfermo, el médico que fuma y sabe que sus pacientes no han de hacerlo". Nuestra imagen de hoy muestra a Santamaría frente al último plato que comió en Mallorca, un arroz caldoso de pescado en el restaurante s´Orada. La instantánea fue tomada por su gran amigo Miguel Dalmau, que pone el énfasis en la servilleta, "algo que en la nueva cocina es totalmente innecesario".

Reflexión dominical senescente: "Novedad significa envejecimiento acelerado".