La violación de la intimidad de los enfermos del hospital de Inca, cuyos datos clínicos desembocan en el PP por extraños vericuetos, cuenta con la connivencia explícita del conseller socialista Vicenç Thomàs. Antes de iniciar la investigación, ya ha exculpado al gerente del centro propiedad de UM, el cual se ha distinguido hasta la fecha por ocultar que disponía de denuncias al respecto, oportunamente archivadas. Dado que el miembro del Govern Antich carga con la culpa de tan ejemplar comportamiento, cabrá concluir que la conselleria de Mala Salud y Peor Praxis espía a sus pacientes en beneficio de un partido político. Cuando el titular del departamento se sacuda la pereza investigadora, afinaremos en la autoría.

El responsable informático de la conselleria sentencia que la seguridad al cien por cien no existe. En cambio, el hospital de Inca ha logrado la inseguridad al cien por cien, lo cual aconseja suprimir la onerosa oficina de seguridad informática. Máxime cuando el conseller ha emitido un veredicto preventivo. El jaleado gerente del centro puede ser promovido a la dirección de Son Espases donde, dada la población prevista, José Ramón Bauzá dispondrá de un despacho porque se pasará el día confortando a enfermos.

Como mínimo, la conselleria traiciona a sus pacientes pero, en la Mallorca de la corrupción rampante, es impensable que el tráfico de datos sea altruista. ¿Qué recompensa reciben quienes efectúan el trasiego o lo callan?, ¿cómo se actúa contra los pacientes reacios a ser consolados por el PP?, ¿se libran también los listados de enfermos a casas comerciales?, ¿tiene límites la divulgación de la intimidad de ciudadanos doblemente indefensos?, ¿servirá la investigación únicamente para localizar y castigar al denunciante de los hechos, amenazado ya veladamente por todos los implicados? Mientras la conselleria intenta no responder a ninguna de estas preguntas, ofertamos –nosotros sí gratuitamente– un eslogan para el hospital de Inca, "donde la atención política supera a la sanitaria”.