No me extraña que la Zarzuela no haya querido pronunciarse sobre la miniserie Felipe y Letizia: favor que le han hecho a la institución con un producto que podría superar al original en cursilería y ranciedad, aunque parezca difícil de creer. Después de ver entero el cruce entre Romeo y Julieta y Los ricos también lloran, España ha clamado que los habitantes de su monarquía no son así, de ninguna manera. Jo, ya se ha vuelto a pasar de frenada Telecinco, como en la programación continuada de las crisis matrimoniales de Belén Esteban, por favor Paolo Vasile, danos un respiro emocional. Qué mala leche en el guión, con el Rey en chándal todo el santo día y a partir un piñón con la Reina, y el Príncipe dispuesto a todo por el amor y a casi todo por la patria. Ni que lo hubiesen escrito a medias Josep Lluís Carod Rovira y la infanta Cristina. Con esa Letizia que vuelve de tomar café con doña Sofía y departir sobre su futuro y el de la nación, que son la misma cosa, y se pone a planchar en su pisito, tan sencilla. Con esa presentadora del Telediario que muestra más sentido del Estado que toda la Familia Real junta. No sé por qué esperábamos otra cosa de Joaquín Oristrell, escritor de los libretos de Don Juan, mi querido fantasma y Salsa rosa. Ignoro qué nos sorprende tanto del autor de ¿Por qué lo llaman amor cuando quieren decir sexo? y Todos los hombres sois iguales. Si quiere respuesta a la pregunta de su anterior trabajo ¿De qué se ríen las mujeres? le diré que, en mi caso, me troncho al enterarme que de todo ello ya ha salido ¡el libro! Debería hacerle el prólogo Fernando Sánchez-Dragó, ese otro gran experto en distinguir la ficción de lo que realmente aconteció dependiendo de las circunstancias.

He aquí el peligro de recrear la realidad demasiado pronto o demasiado tarde. Entre el NO-Do y Gran Hermano queda el pantano donde se ahoga el heredero de nuestra Corona, que tiene a las puertas de la discoteca una conversación que de ser cierta haría temblar a los poderes legislativo, ejecutivo y judicial de la piel de toro. ¿Nos parece ridículo? A mí me chocó que Felipe de Borbón amenazase a su padre con no pasar por la vicaría jamás y don Juan Carlos le contestase "un rey soltero es un absurdo". Sin embargo, entra dentro de lo posible y no resulta tan descabellado. El presidente de un país como Italia ha soltado que "mejor que me gusten las mujeres que no ser gay", cuando le interrogaban por su relación con menores de edad. Si incluyésemos esta perla de Berlusconi, por ende amo de la tele de Felipe y Letizia, en una miniserie dentro de cinco años, posiblemente la audiencia lo consideraría un ataque al estadista, una ida de olla del guionista, un absurdo intolerable. De manera que sí, que a lo mejor Felipe y Letizia no se encuentra tan lejos de la verdad como nos interesa pensar.

Espero que el telefilme de Telecinco que nos ha tenido más entretenidos que el cambio de Gobierno de ZP negocie ya una secuela. Una segunda parte donde la infanta Elena se divorcia porque ya está bien de que una mujer no pueda vivir su propia vida por el simple hecho de tener la sangre azul. Si nos lo cuentan hace veinte años no nos lo creemos, y nos parece otra barbaridad salida de la tele más sensacionalista y de la mente de Joaquín Oristrell, autor de Va a ser que nadie es perfecto. ¿O no?