Supongo que soy el único de los presentes que ha estado con María Salom de España en una sauna en la que también se encontraba Eduardo Zaplana, y eso marca mucho. También le hice la primera entrevista de su carrera, cuando se proclamó la diputada más joven de la historia del Parlament. Entonces pensé que todo se disculpaba por la edad, de ahí que me maraville su capacidad para empeorar desde tan baja altura. Su antigüedad se remonta al reparto del Túnel de Sóller. Nunca olvidaré nuestra sorpresa cuando apareció como administradora de una sociedad beneficiaria de una cuota del mismo lote que se destinó a sobornos, recién licenciada y ya guarecida bajo el paraguas del procesado Berastain.

El Túnel prescribió, pero no hace falta rescatar los capítulos borrados misericordiosamente de su biografía para considerar a Salom una candidata catastrófica al Consell Inmobiliario de Mallorca. En su última aventura electoral de las generales de 2008, obró el prodigio de que el PSOE obtuviera más votos que el PP. Esa inversión no se producía desde un cuarto de siglo atrás, y su mérito aumenta al recordar que el cabeza de lista rival era el galvanizador Antoni Garcias, un auténtico número cien.

Los populares pueden optar entre los aceptables Pastor y Pere Rotger, así que se decantan por la peor solución. José Ramón Bauzá se ha tomado tan en serio el PP castellanobalear como si se presentara por tierras del Cid, salvo que la designación de candidata sea un guiño para anunciar la eliminación del Consell, antes o después que el catalán. Es difícil señalar a una candidata que ofenda incluso a quienes no son votantes conservadores y que otorga relevancia a Francina Armengol, la figura socialista más desdibujada de la legislatura. A Bauzá deben sobrarle votos. En cuanto a la desvinculación de su elegida con el poliimputado ex president del Govern, ¿saben cuál es el último político del PP fotografiado en Madrid con Matas, después de que confesara que era un defraudador fiscal a gran escala? En efecto, María Salom.