El Gobierno suizo está conmocionado por el apoyo popular logrado ayer por una iniciativa de la derecha ultranacionalista para prohibir la construcción de minaretes en las mezquitas del país y que, de forma inesperada, fue aprobada por el 57,7 de los votantes y por la mayoría de los cantones.

"Estoy conmocionada, lo lamento profundamente. Creo que este resultado es una señal de alarma, un sentimiento de repliegue, de autodefensa que han tenido los ciudadanos en un contexto de mundo globalizado, y con una crisis económica", afirmó la ministra de Exteriores suiza, Micheline Calmy-Rey. En entrevista, Calmy-Rey admitió que el significado de la votación está claro: "Quedará prohibida la construcción de mezquitas con minaretes, las cuatro existentes en Suiza que los tienen seguirán ahí y se podrán construir nuevas mezquitas pero sin ellos, y los musulmanes podrán seguir rezando los viernes". La ministra no ocultó la consternación que ha creado este resultado –que no hacían prever las encuestas– y el temor por el daño que hará a la imagen de Suiza e, incluso, a sus intereses económicos y de otro tipo.

Entre las razones que han llevado a una mayoría de suizos a votar contra los minaretes –e indirectamente contra la presencia de musulmanes en el país– Calmy-Rey aseguró que ha habido "una instrumentalización muy bien hecha" por parte de los partidos de la derecha nacionalista que promovieron la iniciativa y apelaron al miedo y a otros prejuicios. Tampoco excluyó que la crisis diplomática que Berna vive con Libia por mantener desde hace más de un año a dos ciudadanos suizos retenidos, haya "desempeñado un papel". "El Consejo Federal (Gobierno) va a reforzar el diálogo con la comunidad musulmana" porque, "la paz religiosa es un elemento esencial del éxito de la imagen de Suiza", afirmó.

Democracia directa

Añadió que ha dado instrucciones a sus embajadores para que expliquen a los países islámicos lo ocurrido en base al "principio de la democracia directa" suiza, donde casi todas las decisiones se someten a votación popular. El referendo que ha puesto a Suiza bajo los focos de Europa y del mundo musulmán estuvo precedido por una candente campaña, en la que varios ayuntamientos llegaron a prohibir los afiches en favor de la iniciativa, por considerarlos "racistas, irrespetuosos y peligrosos".

Entre ellos el que mostraba a una mujer cubierta con el velo islámico integral (niqab) y varios alminares atravesando como agujas una bandera suiza. Los partidarios de la prohibición consiguieron convertir ese voto contra un elemento arquitectónico como es el alminar –de los que sólo hay cuatro en Suiza– en un referendo sobre el islám, la presencia de musulmanes y la amenaza extremista. Curiosamente, en Ginebra, donde se halla una de las cuatro mezquitas de Suiza que cuentan con alminar, los ciudadanos se pronunciaron claramente contra la iniciativa. Desde las formaciones políticas de izquierdas, la consternación es general, y así los Verdes, uno de los cinco grandes partidos suizos, ya han adelantado que se plantean recurrir al Tribunal Europeo de Derechos Humanos de Estrasburgo para que invalide el resultado de este referendo, por considerarlo anticonstitucional.